No creo que haga falta decir que este año está siendo chungo.

Por mucho que me guste trabajar desde casa y pasar todo el tiempo posible con el cachito-carne, lo de no poder hacer otra cosa, no poder ir a otros sitios, no poder viajar, y no poder ver a gente que no vive en casa hace que todo sea bastante gris y cansino. Así que hay que disfrutar de las pequeñas alegrías del día a día. No lo digo yo, lo dicen los terapeutas.

Pues bien, mi cacho-carne hace varias cosas que si las contase os cambiaría radicalmente la imagen que tenéis de él (sea cual sea), pero hay una en particular que entra de lleno en esa categoría de pequeñas alegrías del día a día: el pocillo.

En el mundo hay dos tipos de personas: las que odian a muerte el cuscurro de la barra de pan y las que no tienen una opinión particular sobre el tema. Hasta que descubren el pocillo y de repente sólo hay un tipo de persona: la que está dispuesta a matar para asegurarse al menos uno de los pedacitos más importantes de la barra.

Atentos que el próximo párrafo os va a dar muchas alegrías el resto de vuestra vida.

El pocillo es el cuscurro de la barra de pan cortado al tamaño justo para que te quepa entero en la boca pero dejando espacio suficiente en la parte interior para poder aplanar la miga y rellenarlo con aceite de oliva virgen extra. Lo puedes completar con un pellizquito de sal (gorda mejor que fina), y todo lo que tienes que hacer para tocar el cielo es comértelo de un mordisco (porque es la única forma de no ponerte perdido, ya he hecho yo todos los tests por vosotros). Y ahí lo tenéis: un minuto de preparación y un día entero alegrado.

pocillo de pan con aceite
Un cuscurro de alegría: baguette de Blackbird, aceite de oliva virgen extra de Oro Bailén.

Da igual que tengas una barra de pan congelada, una del súper de esas que a las dos horas están secas, o una baguette impecable de masa madre centenaria. Es la reivindicación de una parte del pan que en muchas casas acaba en la basura. Un aperitivo excelente que marida bien con cualquier cosa que estés bebiendo. Un bocadito de media mañana que te deja satisfecho sin llenarte demasiado. Un vasito de oro líquido que seguramente sea el único postre perfecto para la merienda.

Y más sano que cualquier otro vicio que hayáis cogido durante el confinamiento.

De nada.


Comentarios

3 respuestas a «Oda al pocillo»

  1. Olé ese pocillo! Y que buena pinta tiene ese pan.

  2. 11.40 de un lunes normal. En casa. Trabajando.
    Acabo de leer el post y he recordado que tengo pan de ayer en la cocina.
    No hace falta dar más detalles para saber que va a pasar.
    Un bratzo!

    1. Estamos esperando la actualización con tu opinión sobre el pocillo, Ales 😛

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