Cuatro copos de nada…

Llevo unos cuantos días recibiendo e-mails y hablando con mi familia y amigos en España que me cuentan que en Madrid está nevando muchísimo, que la ciudad es un caos, que cerraron Barajas de tantísimo que nevaba y que hubo hasta 400 km. de atascos en la capital. Todo ello provocado por una nevada que dejó siete centímetros de nieve. Para más señas, aquí va un video al respecto.

httpv://ca.youtube.com/watch?v=qj9fAhFMC8c

Como no es mi intención en este artículo hacer política, no voy a comentar nada sobre la pobre Sra. Aguirre teniendo que coger el Metro (que, dicho sea de paso, técnicamente es suyo…), fíjate tú la nieve qué mala. Pero, volviendo al tema meteorológico y a los comentarios del tipo “no, si no vas a echar de menos Canadá, que aquí está cayendo que no veas…” vamos a ver, salaos, que hoy cuando he salido a la calle la sensación térmica era de -40 grados centígrados. Que, y esto no es coña, hace menos frío si en vez de salir a la calle me meto en el congelador. Motivo por el cual a día de hoy envidio a las gambas.

“Pero si siete centímetros es lo que tengo yo de hielo en la puerta de casa y luego la nieve va encima”, me dice un amiguete mientras andamos por el camino que una quitanieves ha abierto en la acera, dejando a los lados nieve hasta la cintura. “Pues sí.” le digo yo, “pero aquí estáis acostumbrados, y si tuviéseis que cerrar por la nieve ibais a andar bien chungos.” Y es que si sus estándares de ha nevado que te cagas hoy no se puede hacer nada fuesen como los nuestros, el país entero tendría literalmente que hibernar.

Esto me hace pensar. Obviamente no merece la pena que nosotros nos gastemos la de Dios es Cristo en máquinas quitanieves y cosas así para usarlas una vez cada diez años. Pero digo yo que podríamos, por decirlo jocosamente, cagarnos un poco menos por la pata abajo cada vez que nieva en España. Aunque no estemos acostumbrados, es totalmente irracional que se genere semejante pifostio por la nieve. Basta con abrigarse, tener paciencia y no pararse en la calle a charlar (yo de hecho aprovecho mi sangre madrileña para no parar en los semáforos al cruzar… no paro en Castellana cuando viene un taxi vacío voy a pararme aquí a ver cómo se me congelan los mocos).

En cuanto al tema de la conducción, pues yo aquí todavía no he visto ni un accidente causado por la nieve ni un sólo coche con cadenas en las ruedas. Y la gente coge el coche todos los días, pero tanto vehículos como conductores están hechos de otra pasta (más fría) y llevan neumáticos de invierno. Con paciencia, yendo despacito y no frenando brusco se llega a todas partes… una vez te acostumbras al ritual de desenterrar el coche de la nieve cada vez que te apetece usarlo.

Así que espero que un día aprendamos a no tirarnos de los pelos cuando nieva. Pero no os podéis imaginar cuantísimo anhelo el día en que esta gente, que con tanta superioridad me mira ahora detrás de su bufanda pensando en lo primitivo de mi tierra, venga a Madrid en pleno agosto y disfrute de la sensación de tener que despegarse del sofá al levantarse para ir por la calle buscando las sombras.


Comentarios

2 respuestas a «Cuatro copos de nada…»

  1. Hombre yo, canadiense, no soy; pero supongo que aquí pasa con la nieve como cuando yo me bajo para Córdoba, Zaragoza o Valencia, que odio cada átomo de aire húmedo que rodea mi piel y me provoca un calor insoportable. Que te despiertas sudado y deshidratado, y hasta las dos de la mañana no puedes hacer nada que valga la pena (así me va cuando voy a esos países).

    O sea, cada uno a lo que está acostumbrado, vaya.

  2. Querido cordero!!! Mucha gente se queja de miles de millones de cosas!! Yo sin embargo, al ver la nevada que cayó el viernes pasado en los mandriles fue una de las experiencias más fascinantes de mi vida, me hizo muchisima ilusión, fue como un regalo de cumpleaños que llegó un día tarde.
    A pesar de ello, recuerdo muy bien que la gente se le va la olla cuando ve nevar tanto en la ciudad y decide que no sale de casa por si acaso.
    Mi caso no fue así, después de varias llamadas alarmantes de mis queridos compañeros de prácticas, conseguí convencerles de que qué mejor que irnos a ver como caía la nieve en nuestra universidad, terminar nuestra querida práctica que tuvimos que entregar esa misma tarde y que entre horas de trabajo, en pequeños descansos, disfrutar de la poca nieve que se ve en nuestra ciudad.
    Ya sabes que no puedo opinar sobre la conducción porque no tengo carnet de conducir, pero despacito todo se puede terminar haciendo…

    Espero compartir otro día tan caluroso de agosto como el del año pasado contigo y con quien quiera venir a estar tirados en el cesped del retiro.

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