Después de la leche materna, los purés y las papillas eran la parte principal de la dieta de los bebés de los años ochenta en España, hasta que cumplían más o menos los dos años. La cacho-abuela tiene todavía incluso las recetas e instrucciones que le dió el pediatra para que mi cacho-carne creciese sano, fuerte, y con un pelo rizado espectacular. Vamos, que si hace año y medio me hubiesen preguntado que qué come un bebé, yo habría contestado rotundamente que potitos.
Pero resulta que en el año 2020 en Canadá las recomendaciones son distintas, y los bebés pueden empezar a comer sólidos alrededor de los seis meses. De hecho, lo que dicen es que en el momento en que el bebé empieza a mostrar interés en la comida puedes empezar a darle sólidos, siempre que ya pueda sentarse recto y aguante bien su propia cabeza.
¿Y qué es mostrar interés para un bebé de seis meses? Pues cosas como mirarte a la cara cuando comes y echar la mano hacia la comida que te estás comiendo. Obviamente no le vas a dar al bebé un bollo preñao porque te esté mirando mientras tú tocas el cielo, pero sí puedes empezar a pensar en ofrecerle una zanahoria recocida que no suponga peligro de ahogamiento. Así que eso hicimos.
Ojo, que aunque al principio el cachito-carne comió muchas verduras blandurrias, que sí suenan a comida de bebé porque es básicamente un puré poco pasado, la recomendación también es que hay que empezar con carnaza para que no les de anemia (la leche materna tiene una cantidad de hierro que las zanahorias recocidas no aportan), y que «incluso si no puede masticar el solomillo, sí puede chuperretearlo y sacarle el jugo, y con eso vale».
Es decir, que a la edad a la que su padre estaba comiendo puré con setenta y cinco gramos de seso hervido, el cachito-carne ha estado comiendo filetones. Y pasta con albóndigas. Y salmón asado, y maíz directamente de la mazorca, y verduritas a la parrilla, y tostadas con aguacate, y judías del restaurante griego (donde le llaman «bean baby»), y tortilla de patatas, y croquetas, y mouse de hígado de pato (también con la excusita del hierro), y costillas ahumadas…
Por suerte de lo que más le gusta es la fruta. Cualquier fruta. Si te ve comiéndote una naranja te va a exigir darle al menos la mitad, y no puedes pelar kiwis a la velocidad a la que se los come. Tampoco se te ocurra enseñarle un paquete de frambuesas o arándanos azules y no dejarle acabárselo, porque arde Troya. Es que si se lo pones cerca se come hasta un limón el chaval… y esto lo sabemos porque pensábamos que nos iba a quedar un vídeo gracioso del cachito-carne poniendo cara rara al moderlo, y lo que nos salió fue un vídeo sosísimo del cachito-carne comiéndose un limón tan pancho.
Así que si me preguntas ahora mismo que qué come un bebé, contesto que un bebé come lo mismo que yo. Con más cuidado con la sal y el azúcar, y más ojo a que lleve una dieta equilibrada, pero en casa comemos todos prácticamente lo mismo. Salvo alcachofas, que a eso yo me niego.
También tengo claro que la respuesta depende de a quién preguntes, porque en cada país se hacen las cosas distintas, porque en cada época cambian las recomendaciones oficiales, y sobre todo porque cada bebé es diferente.
Que comamos casi lo mismo hace nuestra vida mucho más fácil, y soy muy consciente de que tenemos mucha suerte de que el cachito-carne coma así de bien. El mérito es tanto de sus papilas gustativas como de la cacho-wife por investigar a conciencia todo este tema de qué darle de comer a un bebé, cómo cocinarlo, y cuándo introducir sabores y texturas. En realidad mi aportación principal (aparte del póker español: tortilla de patata, croquetas, gazpacho y paella) es comerme delante de él lo que queremos que pruebe… que viendo el menú que gasta me parece muy bien.
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