La comida española ha ido creciendo en Canadá en los últimos años, y ahora la mitad de los restaurantes tienen tapas en el menú. Pero ojo, que aquí hacen un uso muy liberal del término: básicamente cualquier cosa que venga en platos pequeños es una «tapa» ya sea paella, choriso o sushi; y nada de ser gratis con tu cervecita, que bien que te las cobran.
En cualquier caso, y como Toronto es una ciudad muy multicultural y que va muy de «somos foodies», ya hay varios restaurantes españoles por aquí. Lo que está muy bien, aunque en tres años y medio no hemos ido a ninguno, por dos razones principales:
- que el precio va a ser canadiense y me va a doler horrores pagarlo por un gazpacho que puedo hacer en casa, sobre todo como no esté tres mil veces mejor que el mío;
- y que la comida casi seguro va a ser «española pero no del todo», como esas paellas de arroz negro con pulpo y chorizo.
Vamos, que creo que para que haya alguna posibilidad de disfrutar uno de estos restaurantes hay que ir más con la mentalidad de «este es un buen restaurante de Toronto» que de «vamos a comer como en casa», para evitarnos desilusiones tontas.
La cosa es que hace unos meses abrió un sitio nuevo, el Bar Raval, del que hemos oído cosas bastante buenas. Y no de torontonianos que no han visto una croqueta en su vida, sino de amigos de probado conocimiento del tapeo como Emma, a quien muchos de vosotros conocéis y a quien entre todos entrenamos bien durante sus años en Madrid. Aunque para ser sinceros, por mucho que nos fiemos de Emma lo que de verdad hizo que fuésemos fue que la novia de mi cacho-carne descubrió que tenian percebes. ¡Percebes!
El sitio en sí está muy currado, con una decoración muy de bar pijetillo de Barcelona con un diseño muy Gaudí que mola bastante. Además han arriesgado y dentro no hay mesas y sillas sino dos barras y unos barriles a modo de mesa alta, lo que ayuda a crear ambientillo español (y al parecer desconcierta a los canadienses). Sólo falla que todo está nuevo y limpio, las servilletas de papel sirven para limpiarse en vez de para transformar el «Gracias por su visita» en un «Gracias puta», y nadie tira nada al suelo.
En cuanto a los precios (que si eres español en Toronto es lo que me vas a preguntar), el sitio es caro y las raciones son tirando a pequeñas, pero tampoco es una locura. Está claro que no se puede comparar el precio de las tapas con lo que costarían en el típico bar de toda la vida, pero teniendo en cuenta el cambio euro-dolar (y la diferencia de sueldos) para ser un sitio modernillo en Toronto que te cobren $4 por dos croquetas no me parece caro. Incluso me atrevería a decir que media libra de percebes en un bar por $15 es barato, habiéndo visto tan preciado manjar a 80€ en mercados de Madrid. Ojo, que lo que sí es caro son las bebidas ($9 por una pinta de cerveza), y con lo que se les ha ido la mano de verdad es con las latas de conservas «de importación», que no sé yo en que traen las latillas de navajas y berberechos para que te las cobren a $30.
Pero lo importante es: ¿merece la pena? Y ahí tengo que decir que sí, que entre el ambiente y la comida el Bar Raval es un buen sitio para quitarse el mono de España de vez en cuando. Simplemente ver en el menú cosas como morcilla, pulpo y pan con tomate ya te alegra la vida, y las tres cosas estaban buenas y eran suficientemente auténticas.
Los percebes, que como digo es por lo que fuimos, me parecieron un verdadero lujo después de tanto tiempo sin ni siquiera verlos. Obviemente no son tan sabrosos como los gallegos (los cuecen en caldo de langosta para darles más saborcillo), pero son grandes y gorditos, y como digo bastante bien de precio. Y no deja de tener gracia que vengan tres veces a preguntarte si sabes cómo se comen, aunque al final se dieron cuenta de que lo teníamos bien dominado. Eso sí, la próxima vez tengo que preguntarles para qué es el platillo con aceite…
Lo único que fue una gran desilusión, y muy gorda, fue la «tortilla con chistorra». No porque la chistorra estuviese mal (todo lo contrario, me pareció muy buena), sino porque cuando un español va a un bar que se las da de español y ve en el menú «tortilla con chistorra» en su mente se crean ciertas expectativas. Y aunque nunca sabes si la tortilla va a estar demasiado cuajada, o si va a ser sin cebolla, lo que no te esperas es esto:
Edito:
Tras compartir la tortilla con chistorra por todo lo largo y ancho de Facebook, gracias a otra española en Toronto he descubierto que en realidad el plato se parece bastante a una tapa vasca: el talo con txistorra. Pinchando en el enlace podéis ver mil fotos en Internet y toda la información del mundo sobre el invento. En cualquier caso, parece que entonces lo único que se le puede echar en cara al Bar Raval es lo de llamarlo «tortilla», porque en español de España la tortilla es algo muy distinto a lo que nos pusieron. Pero insisto, que salvo este momento ojiplático el sitio me gustó mucho.
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