Tras un año de tener a la cacho-wife en casa cuidando del cachito-carne, este fin de semana hemos hecho el cambio de turno: el viernes mi cacho-carne cerró el ordenador a las cinco de la tarde, y esta mañana la cacho-wife ha hecho su primera video-llamada a las ocho y media de la mañana dejándonos al mando de todo lo demás.
Empiezan nuestros tres meses de la baja por paternidad.
Sí, habeís leído bien: un año entero la cacho-wife y ahora tres meses mi cacho-carne (y podía haberse cogido hasta seis). Hoy es once de mayo y ha nevado en Toronto, pero mira, el tema de la baja por maternidad aquí está muy bien.
En realidad la idea no era hacer el cambio de turno así a lo brusco. Teníamos planeado estar un mes toda la familia juntos, aprovechando la oportunidad de poner los trabajos en pausa. Íbamos a estar un mes en España disfrutando del solete, llevando al cachito-carne a conocer a toda la familia y a nuestros amigos y nuestros sitios de tapas favoritos… pero como a todo el mundo la pandemia del COVID-19 nos ha obligado a cambiar los planes. Por eso al final ha tenido más sentido hacerlo así del tirón, que al fin y al cabo como en el nuevo mundo se trabaja desde casa la mayor diferencia para el cachito-carne es con quién juega más al cucú-tras.
Así que hoy empieza una nueva etapa. De momento ha ido bien a ratos, que es lo que cabía esperar al tener que hacer pequeños ajustes en la rutina del día a día (para los que no tenéis cachitos-carne, cambiarle la rutina a un bebé es como jugar a la ruleta rusa con la salud mental de toda la familia).
La semana que viene os cuento qué tal.
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