De «glamping» en un «yurt»

A los canadienses les gusta el camping más que a un tonto un lápiz. Y no es de extrañar, teniendo en cuenta el paisaje en los sitios donde te dejan plantar tu tienda de campaña y lo perfectamente organizadito que lo tienen todo. Vamos, que como ya os he contado en otras ocasiones, da gusto aunque llueva o haya que cargar con una canoa a través de una montaña.

glamping
Viendo la foto parece que en nuestro último viaje de camping sacamos al peor dominguero que llevamos dentro… pero no. Es «glamping».

Tanto les gusta el camping que tienen hasta camping de lujo, a lo que llaman “glamping” (del inglés glamorous camping). En la Wikipedia aparece descrito como una combinación de camping con el lujo y las comodidades de una casa o un hotel. Es decir: en vez de tener que cagar en una caja de madera en mitad del bosque tienes baños completos con duchas de agua caliente que limpian todas las mañanas; en vez de tener que pasarte una hora intentando encender una hoguera para hacer la comida tienes una barbacoa de gas gigantesca; y en vez de tener que montar un toldo atándolo a varios árboles tienes una zona cubierta. Y por si todo eso fuera poco, cuando haces glamping a tope ni siquiera duermes en el suelo: en nuestra última escapada de camping (y primera de glamping) hemos descubierto los yurts.

El yurt es un tipo de tienda de campaña/construcción que usan los nómadas en el centro de asia (en Mongolia, por ejemplo). Aunque la idea original es que lo puedes mover de un sitio a otro, es más amplio, cómodo y resistente que una tienda de campaña. De esta idea Ontario Parks se ha sacado de la manga sus propios yurts, que son construcciones de madera elevadas sobre el suelo (para evitar la humedad y frío de la nieve), con paredes de lona gruesa pero con ventanitas que puedes abrir y cerrar, con camas amplias y mucho más cómodas de las que he visto en algunos hostales de Biarritz, con sitio para una mesita y una estantería, y con calefacción. Vaya, que sólo tienes que salir a vigilar la barbacoa y visitar el lujoso baño.

yurt
Nuestro querido yurt, con sitio para que duerman seis personas cómodamente.

Y os preguntaréis cómo es que este aguerrido calcetín con sus cachos-carne y unos amigos, jóvenes y fuertes mozos que el año pasado estuvieron horas para hacer fuego bajo la lluvia y más horas cargando canoas por el bosque, acabaron de glamping en un yurt. Pues es bien sencillo: a veces es la mejor opción. Porque los canadienses tienen estas cosas para la gente que quiere hacer camping cuando no deberías hacerlo, por ejemplo en invierno (sí, en pleno invierno canadiense la gente se va de camping) o en plena temporada de moscas negras dispuestas a chuparte la sangre. En nuestro caso se juntaban un poco ambas cosas, porque yendo en mayo de un larguísimo invierno aún nos arriesgábamos a tener temperaturas cercanas a cero grados, lluvia a raudales y moscas por doquier. Así que el yurt nos aseguraba al menos poder encerrarnos a jugar a las cartas en un sitio cómodo y calentito.

Por supuesto, al final no hizo ni frío, ni lluvia ni moscas. De hecho hacía tan buen tiempo (y los tenemos tan cuadrados) que nos dimos en el lago Huron el primer bañito de la temporada. Y por supuesto disfrutamos de la barbacoa, aunque por las noches también hicimos hogueras para no perder las buenas costumbres (smores y perritos calientes en un palo). En cualquier caso, y aunque el glamping lógicamente más caro que el camping, creo que merece la pena según las fechas en las que vayas, y es ideal si vas con personas mayores que ya no están como para gatear por la tienda de campaña y dormir en el suelo, o si vas con gente muy vaga, muy pija o muy torpe.


Comentarios

2 respuestas a «De «glamping» en un «yurt»»

  1. esperemos que a los europeos les empiece a gustar el glamping también, como a un tonto un lápiz, pues nosotros estamos incentivando este tipo de turismo en España y creemos que cada vez está teniendo más adeptos. Un saludo
    (por cierto, en castellano, también se pude decir «yurta»)

  2. Jajaja, me ha encantado el final.

    Es una buena opción, sí señor, aunque le quita emoción a la aventura, que por otro lado de vez en cuando tampoco está mal…

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