<–Repasa el lado oscuro de los bares holandeses en el Vol.1
Pero no todo es malo en esa tierra de herejes, y quiero dejarles un buen sabor de boca a los que están ahora empezando allí su Erasmus. Nosotros pasábamos todos los viernes en el bar dedicado a los estudiantes internacionales (de nuevo viva la integración, el de los estudiantes nacionales era la puerta de al lado y no podíamos entrar). El sitio es pequeño y cutre (lo que es un garaje, vaya), pero conocer a todo el mundo, y que encima sea gente con la que te llevas estupendamente, hace del local el mejor que vas a encontrar. Además, la música es mejor que la de otros sitios, la cerveza está muy barata y no hay nunca problemas, salvo cuando vienen holandeses con ganas de liarla (y la suelen liar entre ellos, así que tampoco es preocupante). Esta pequeña joya se llama The Pub, sólo abre los viernes y seguro que ya lo conocéis.
También en La Haya, hay que destacar:
1) El Paar van Troje, la discoteca más trayera de la ciudad. Los jueves es gratis para los estudiantes, y gracias a eso incluso he aprendido a diferenciar entre un buen DJ y un tío cansino con auriculares grandes en la cabeza. Además, en el Troje no hay que pagar por ir al baño ni por el ropero. Eso sí, durante un tiempo a los españoles no nos dejaban entrar por el mal rollo de que nos exigían dejar propina a los puertas y nos negábamos. Para beber dentro: cerveza, que es buena y barata mientras las copas son caras de narices y los chupitos ni te cuento (esto es aplicable a todo el país, así que no lo voy a decir más).
2) El One Four, el sitio de los martes. Según pasan las horas, te cobran dos, tres o cuatro euros por entrar, así que mejor llegar un poco pronto. Hay noches muy buenas y noches muy malas (es donde los puertas pegaron la patada a un amiguete), dependiendo sobre todo de la gente con la que hayas salido. Estos te cobran por el baño, por el ropero (que te obligan a usar, nada de dejar tu sudadera por ahí) y suelen tener un personal un tanto bobalicón, tanto trabajadores como clientes.
3) El Pijperla. Posiblemente el sitio más cutre de estos tres (los más míticos para nosotros), pero el que cierra más tarde y no pone problemas para entrar a nadie siempre que llegues más o menos pronto. De hecho, lo usábamos un poco como after-hours cuando los otros nos cerraban. Cobran por el baño, pero no por lo demás, y la propina al puerta es realmente voluntaria (no te la pide él, y es un tío majete). Además, pone la mejor música (rock del bueno). Eso sí, es el bar de los viejos frikis de la ciudad.
4) El Paris. Abrió cuando estábamos allí, e intentó hacerse un hueco en nuestros corazones sin conseguirlo. Está un poco más lejos, está un poco más escondido, es más pequeño y hace un calor que flipas. Pero eso puede cambiar en cuanto un día decidan abrir todas las salas o se compren un aire acondicionado. La música… dicen los entendidos que se estaban gastando una pasta en llevar DJ’s muy buenos.
5) El Gabors. Nadie lo conoce por su nombre real, sino por “chinese pub”, dado que la primera vez que alguien fue allí había chinos que intentaron ligar con las chicas españolas y fueron conveniente y españolamente vacilados sobremanera. El sitio es pequeño y está lleno de gente rara (muy rara) y normalmente mayor de lo que uno espera en un bar un miércoles a las dos de la mañana. Por ejemplo, la primera vez que yo fui me encontré con una señora menor que mi abuela pero mayor que mi madre, vestida como mi prima adolescente y bailando en la barra como una cabaretera. Eso sí, normalmente no hay problemas ni para entrar ni para salir ni de ningún tipo, y está en el centro, entre la pizzería y el Piet Patat. Si no vas buscando mucha gente u opciones de ligoteo, te ríes mucho.
6) El Fiddlers. El irlandés donde ir a tomarse unas pintas relajadamente. Está muy bien, como los buenos pubs irlandeses, y el inconveniente es que es algo más caro que un bar normal. A cambio el ambiente es muy bueno, la música es estupenda y pone el fútbol y el rugby cuando no tiene una banda en directo. Obviamente es un sitio para estar pronto, no para la gran juerga. Y además, si eres capaz de cenar en horario holandés hacen una comida muy buena y está muy bien de precio… y bien acompañada de Guinnes.
7) El bar español. Ni mucho menos un bar de marcha, es un bar de comidas. Pero resulta que el tío se casó con una española, dejó de conducir tranvías y montaron el bar. Para ir con los colegas a ver el fútbol es el sitio adecuado. De hecho se ve el fútbol porque uno de los amigos de mi cacho-carne le convenció de que pusiese una pantalla gigante. Este año os tocará convencerle de que pague el satélite en vez de poner los partidos por Internet. Por supuesto, la comida está tremenda… ¡es española! El problema es que funciona como si yo decido hacer de mi casa un bar: si pides patatas bravas tienen que pelarlas, cortarlas, freírlas, hacer la salsa… por eso nosotros avisábamos por teléfono antes de ir.
Y, sin haber salido de marcha por Rotterdam (que da miedo porque se dice que es la capital de la música trayera), yo también recomendaría:
1) Utrecht. Sólo salimos una vez, pero parece una ciudad mucho más adecuada. Resulta mucho más fácil hacer botellón en la calle y el ambiente es mucho mejor. Gente joven, maja… y las chicas todas de muy buen ver y muy simpáticas. Para los que no captan sutilezas: están muy buenas y te sonríen mucho. Una pequeña Suecia, es decir, un sitio muy recomendable.
2) Ámsterdam: Holanda en estado puro. Tiene un sitio muy famoso, el Eleven, cuya gracia es estar en la planta once de un edificio y no tener paredes sino cristaleras. Me da que los vecinos del edifico deben estar contentos, y que salvo por el tema de las vistas no debe merecer la pena pagar la entrada. En cambio, el ESCAPE sí que me gustó, pese a que llegar hasta la barra me costó doce euros de tren, quince de entrada y dos de ropero. El ambiente era genial y la música muy buena. Nunca había visto al DJ acompañando a un saxofonista tocando en vivo, y me moló mucho.
3) Las casas de tus colegas o la tuya propia. Lo mejor del Erasmus, sin duda alguna, es que siempre hay alguien dispuesto a montar algo en su casa, pese a los vecinos, la policía y la inmobiliaria (conchabada con la policía, los vecinos y la universidad). Y son fiestas geniales, llenas de gente genial, no te gastas casi nada y acabas volviendo a casa con una sonrisa de oreja a oreja. También valen como after-hours, si hace falta.
Y esta es la guía que yo puedo elaborar en base a mi vasta experiencia. Seguro que hay mil sitios más, y obviamente cada cual tendrá su opinión, pero la mía es más graciosa. Saludos desde Canadá en mitad de la mega-crisis-económica-que-te-cagas-por-las-patas-colega. ¿Alguien me ayuda a encontrar curro en Ottawa?
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