Dado que el cacho-carne en cuya mano vivo estuvo en Holanda gracias al bendito programa Erasmus, no creo que nadie se sorprenda si digo que estuvimos en más de un bar y más de dos durante esos diez meses. Y pese a que el concepto es el mismo, hay que decir que hay varias diferencias entre lo que entendemos nosotros por un bar y lo que entienden los holandeses, tanto en los de día como en los más discotequeros. Por lo general, España parece mejor para este tema, y aquí dejo una lista de cosas que hacen superior a nuestra patria:

El chavalus Juergus, habitante natural de bares y discotecas.
El Chavalus Juergus, habitante natural de bares y discotecas.

1) Las tapas. Bendito invento al que todo guiri se acostumbra en la segunda caña. No es sólo que comas un poquito de varias cosas distintas y ricas, o que incluso te ahorres la cena. Es una cuestión cultural, y para un buen español la cerveza va acompañada de algo de picotear. Obviamente no espero que una discoteca me ponga un plato con panchitos rancios cuando pido una cerveza, pero sí lo espero de un bar al que entro a las cinco de la tarde o para ver algún partido.

2) No tienes problemas al entrar en los bares. En La Haya hay algunos sitios en los que teníamos que entrar calladitos o hablando inglés bien alto, porque si nos oían el español nos largaban (lo que, efectivamente, supone la violación de infinidad de tratados y convenios internacionales, como infructuosamente intentamos hacerles notar). Viva la interculturalidad e integración.

El Puertus Gorilus, enemigo natural del chavalus juergus, pidiendo amablemente una propina.
El Puertus Gorilus, enemigo natural del Chavalus Juergus, pidiendo amablemente una propina.

3) Es legítimo odiar al puerta en todo momento. Esto es algo que hay que comentar más a fondo: en Holanda existe la costumbre de que el puerta y el juerguista, esos dos enemigos naturales que luchan por sobrevivir en la dura noche de juerga, olvidan su rivalidad en el momento de salir del tugurio en cuestión, cuando el chavalito le da una propina al puerta… bajo amenaza de no entrar el próximo día. Este punto se agrava cuando, al salir, el puerta te pide una propinilla por ser tan majo y salao, y tú le comentas que cuando hace cosas como echar a un amigo dándole una patada en el pecho tú no le dejas propina. Entonces el te mira con los ojos inyectados en odio, te señala con un dedo que parece un mandoble +4 y te dice “tú no vuelves a entrar”.

4) No pagas por ir al baño. Si cuando sales todos los fines de semana te encuentras con que, aparte de la propina del puerta y el ropero, tienes que pagar cada vez que vas al baño, te asqueas. Y ojo, que escaquearse de pagar el baño en Holanda es jodido, ya que el “puerta del baño” suele ser una vieja con muy malas pulgas que casi acojona más que el maromo de fuera. Da gusto salir en España y no tener que aguantarte las ganas para ahorrarte el dinero, y poder ir al baño seiscientas veces si te apetece (cosa que, debido a la higiene del baño de bar español, no te apetece). En mis investigaciones he podido comprobar que esto del baño resulta muy necesario en los seres humanos cuya única actividad nocturna consiste en tomar cervezas o copas. O ambas.

El Retretus Gratuitus, amigo natural del Chavalus Juergus.
El Retretus Gratuitus, amigo natural del Chavalus Juergus.

5) Los copones. A la porra la idea del medidor en las copas, en España se ponen unos copones que si no te andas con ojo (andarse con ojo: lo que un español medio traduce por tomarse menos de 10 copas, no vaya a darle resaca) te dejan baldao. Ojo, no defiendo el enturciamiento sin sentido, pero si defiendo los precios populares sea cual sea el producto o servicio con el que se esté comerciando. Si la copa cuesta lo mismo (en realidad es incluso más barata) y lleva más alcohol (que es la parte cara) estás obteniendo más por tu dinero. Adam Smith se iría de copas a España. Si aguantase el garrafón que ponen aquí, claro.

Adam Smith, economista y filósofo escocés considerado máximo exopnente de la economía clásica.
Adam Smith, economista y filósofo escocés considerado máximo exopnente de la economía clásica.

6) Si tienes que pagar entrada, eso incluye cuando menos una copa o una cerveza. En Holanda pagar la entrada significa únicamente eso: pagar la entrada, y te da permiso a cruzar la puerta. Y no, no impide que venga el gorila a echarte ni incluye la propina para el gorila, ni el ropero ni una meadita gratis.

Conoce el lado bueno de los bares de Holanda en el Vol.2 –>


Comentarios

Una respuesta a «De bares en Holanda (Vol.1)»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *