Esta semana está siendo la más fría de lo que llevamos de invierno en Toronto (aquí el invierno empieza mucho antes del 21 de Diciembre, no os pongáis quisquillosos). Y siempre digo que a todo te acostumbras, que con buena ropa de abrigo para el invierno canadiense no tienes que preocuparte mucho… pero hay una cosa que pese a todo me sigue pillando desprevenido de vez en cuando. Yo lo llamo «la trampa del sol».
En invierno en Canadá la mayor parte de los días son bastante cortos y muy grises. Eso cuando no está nevando o, lo que es peor y pasa mucho en Toronto, lloviendo. Porque la nieve tiene su gracia, pero la lluvia cuando todavía hay nieve por la calle y al día siguiente va a ser todo hielo da muchísimo por saco. Y encima moja, la muy puerca.
Pero también hay días en los que sale el sol, y está todo precioso que miras por la ventana y te apetece ir a patinar (sobre hielo, se entiende) o darte un paseo. Pero es una trampa, porque cuando sale el sol es precisamente cuando más posibilidades hay de que se te congele la nariz si el autobús tarda demasiado en llegar y tú estás ahí en la calle esperando como un tonto. Si no hay nubes es porque el viento o la presión atmosférica o lo que sea están en modo congelador. Ayer fue un día de esos, y le hice esta foto:
El ojo experto puede ver que no hay ni Dios por la calle, y que la calzada tiene esa especie de velo blanco de cuando hace un frío de pelotas pero no hay nieve… pero por lo demás parece un día de primavera de irse a tomar cañas a una terracilla al sol. Pero no: máxima del día de -8ºC, y mínima de -18ºC con una sensación térmica (wind chill, que lo llaman aquí) de -27ºC. Y yo que iba a trabajar desde casa pero Internet dejó de funcionar y tuve que salir a la calle.
Es que ya no te puedes fiar ni del sol…
Deja una respuesta