Es imposible que un español oiga la palabra barbacoa y no piense en morcillas, choricitos, chistorra, panceta y cerveza, o en su defecto en unas sardinas en la playa. Quizá, después de tantas películas americanas, alguno piense además en hamburguesas, perritos calientes y zarzaparrilla; pero lo que seguro que no le viene a nadie a la cabeza es Corea.
Pues resulta que en Canadá tienen comida de todas partes, y hasta el momento uno de los inventos que más me gusta es la barbacoa coreana. En su concepto se parece mucho a una fondue: tu pides lo que quieres comer y ellos te lo traen bien crudito (o marinado) para que te lo cocines tú en la mesa a tu gusto. Como podéis ver en las fotos el restaurante coreano que nos pilla al lado de casa tiene la barbacoa integrada en la mesa, lo que si bien mola un huevo te quita espacio para las piernas y de vez en cuando lo mismo te quemas una rodilla… pero no creo que el sistema sea menos seguro que otros y sí mucho más limpio. Y como también podéis ver en las fotos la cantidad de comida es más que ingente: all-you-can-eat. Personalmente no creo que a un restaurante se le pueda pedir mucho más que buffet libre y fuego en la mesa, pero reconozco que el hecho de que la comida esté buena y el precio sea asequible (más asequible cuanto más gumia eres, pero el buffet cuesta entre $15 y $20 por persona según el que pidas, más la bebida y por supuesto propina) son factores que juegan en favor del Korean Grill.
Una de las mejores cosas que tiene este sitio es la variedad. El buffet “básico” incluye filetes de cerdo, filetes de ternera, pollo, costillas de ternera, salchicha, lengua de buey, hígado de buey, salmón, calamar y pescado blanco. Además puedes añadir el extra de verduras (lechuga, cebolla, pepino, pimiento, piña y champiñones), también en plan buffet; o si lo prefieres puedes optar por el buffet “marisco” que a todo lo anterior le incluye, como su propio nombre indica, marisco, pero como no nos ha dado por pedirlo no os puedo decir más. Para terminar de retacarte, con el buffet te traen un cuenquito de caldo para que que prepares al estómago para la que se le viene encima, un bol de arroz blanco para que empujes y te retaques bien y algunos “aliños” para acompañar todo: patata, soja, tofu y otras verduras que entre su coreano y mi español no he terminado de entender qué son.
Pero lo mejor es que no hace falta ser Ferran Adrià para cocinar estas cosas. No es que una barbacoa sea algo de por sí complicado, pero siempre hace falta estar atento para que las cosas se cocinen lo suficiente sin llegar a carbonizarse. En la barbacoa coreana la mayoría de las cosas vienen marinadas (todas las carnes menos la salchicha, y el pescado que viene simplemente limpio y cortado), y ese marinado mágico que hace que la carne sea completamente adictiva permite además que puedas comértela un poco más cruda de lo normal sin jugarte la vida (aunque no se recomienda) y puedas pasarla un poco más sin que deje de estar jugosa por dentro. Y si aun así la cagas, pues pides otra bandeja que para eso es un buffet libre y no está tu abuela delante para afearte que tires comida (aunque si te pasas este calcetín lo mismo te da una colleja, por desperdiciar comida y por inútil en la cocina).
Quizá el mayor inconveniente de la barbacoa coreana es que la gente tiquismiquis lo mismo no termina de verle el punto a tener la mesa llena de bandejas con carne bañada en un líquido sanguinolento. Aun sabiendo que es parte del marinado el color no deja lugar a dudas, y al coger las cosas pues salpica y chorrea un poquito. Eso y que entre las bandejas hay hígado y lengua de buey, que no se encuentran entre las cosas típicas que uno saca de la nevera cuando le entra el gusanillo (aunque ambas están bastante buenas… os digo que el marinado es mágico) puede echar a alguno para atrás, pero si los guiris lo llevan bien no veo que un comensal ibérico vaya a tener problema.
Para terminar, un aviso: de dos veces que ha venido una visita a casa y ha salido el tema de cenar fuera hemos acabado en este sitio dos veces. Por cercanía, por molonismo, por precio y por ponernos hasta las cejas. Así que antes de venir id entrenando a sacar la carnaza del fuego con los palillos chinos, que las tenazas son para los pringaos.
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