La gran mentira que tenemos todos en la cabeza al pensar en Canadá antes de venir y conocerlo es que todo el mundo habla inglés y francés. Es cierto que desde 1969 los dos idiomas tienen el mismo rango oficial a nivel del gobierno federal, pero la realidad es muy distinta de lo que el Offical Languages Act hace pensar.
Por ejemplo, aunque el gobierno federal es bilingüe, sólo una de las provincias lo es realmente (New Brunswick); y sólo una tiene el Francés como idioma oficial (Quebec). Así que pese a vivir en un país oficialmente bilingüe, estar expuestos a los dos idiomas todos los días, y tener al alcance de la mano multitud de oportunidades para aprender, la mayor parte de los canadienses viven vidas monolingües. Y les parece increíble que alguien pueda llegar a ser totalmente bilingüe, como si fuese un milagro que el cerebro pueda hacer algo así.
Sin embargo, les parece lo más normal algo que al resto del mundo hace que nos explote la cabeza: vivir con diferentes sistemas de medida y «traducir» sin problemas de uno a otro.
Hasta 1970 en Canadá se media todo de la misma retorcida manera en que lo sigue haciendo Estados Unidos en pleno 2024, con el sistema imperial: la temperatura en Farenheit, la distancia en millas, la altura en pies, el peso en libras… y la opinión política dos pasos más a la derecha (lo que aquí llaman socialismo en Europa sería centro-izquierda como mucho). En los setenta vieron la luz y empezaron a implementar el Metrication, cambiando las unidades de medida y enseñando en los colegios el sistema métrico. Una buena idea que no cuajó por varios motivos: las relaciones comerciales con Estados Unidos para las que conviene mucho tener las mismas unidades de medida, la relación con el Imperio Británico cuna del sistema imperial en sí mismo, y sobre todo la oposición al cambio de la gente que llevaba toda la vida midiendo cosas en pulgadas y libras y ahora venía el gobierno socialista a imponerles los metros y los kilos, además del francés, el divorcio, la homosexualidad y el aborto. Sí, con Trudeau padre llegaron muchos cambios a Canadá (y mira, puestos a perder una batalla la de las unidades de medida no era mal sacrificio).
Lo malo es que la idea del Metrication no cuajó pero tampoco la tiraron a la basura del todo. Por eso los cerebros canadienses han tenido que evolucionar para mezclar en una conversación el sistema métrico y el imperial sin inmutarse, y además te lo sazonan con otras medidas paralelas como cucharas de diferentes tamaños pero perfectamente estandarizadas. Para hacerlo más difícil no puedes usar un sistema u otro según el que te sabes mejor, porque todo el mundo se ha puesto de acuerdo en cómo medir cada cosa.
Y es un dolor de cabeza que no os imagináis:
Y ojo, que esto hay que tomárselo en serio. Una vez en el Home Depot un desconocido me estaba haciendo una comparación de qué cintas de medir eran mejores por marca y tamaño todo majísimo hasta que le dije que necesitaba una que midiese pulgadas y centímetros, momento en que se puso verde y me dijo «pues coge cualquiera» con todo el desdén del mundo mientras se iba sin decír adiós… porque las cosas de construción se miden en pulgadas, por favor. Y algo así, pero costando mucho más dinero, le pasó a la NASA cuando espanzurraron el Mars Climate Orbiter en la superficie de Marte.
Pero la verdad es que, aunque complicado, al final te acostumbras a todo por mucho que lo negasen los que se oponían al Metrication. La receta del pan de mi cacho-carne mide la harina, la sal y el agua en gramos pero la levadura en «teaspoons», y eso es así y no hay que pensarlo más. Los hornos están en Farenheit, y esto no se te olvida después intentar asar un pollo a 93ºC. Y te aprendes de memoria lo que mides en pies y lo que pesas en libras porque hacer la cuenta en la cabeza es un tostón, y mira que Google Assistant cada vez que le preguntas cuántos gramos son ocho onzas te suelta la coletilla de «para convertir entre gramos y onzas, usa esta fórmula matemática»… como si hubiésemos inventado la inteligencia artificial para que nos llame analfabetos en vez de para hacernos la vida más fácil.
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