Un regalo de valor incalculable

En Canadá los regalos de Navidad los trae Papá Noel, y llegan el veinticinco de Diciembre. Como dije el otro día en esta casa respetamos las tradiciones españolas, así que también llegan regalos el seis de enero y si se lo montan bien los Reyes Magos pillan las rebajas del Black Friday y se sienten astutos y muy satisfechos consigo mismos. Pero este año el mejor regalo nos lo han traído la guardería y un vacío legal del calendario de festivos de Ontario, y ha llegado el tres de enero.

Para evitar los puentes y tenerlo todo bien organizado, casi todas las fiestas canadienses están programadas para que caigan siempre en lunes (Acción de Gracias, la mejor de todas, es el segundo lunes de octubre). Pero hay algunas que por su significado no se pueden encajar en ese sistema, como el Día de Canadá, Navidad y Año Nuevo.

Bueno pues como hacen muchos otros países, en Canadá si el día de fiesta cae en fin de semana se mueve al siguiente lunes para que no se pierda. Esto está claro que se hace para evitar revueltas sociales y que el proletariado queme a los que mandan por ser tan gañanes de robar un día de descanso, pero ese es otro tema. El caso es que este año el día uno de enero, festivo para todo el mundo, ha caído en sábado, con lo que el festivo se ha movido al día tres de enero.

¿Y cuál es el regalo que nos han echo la guardería y esta movida del calendario? Pues que el día tres ha sido festivo y el cacho-carne y la cacho-wife no han tenido que ir a trabajar, pero por algún misterio no era festivo para los profesores y la guardería estaba abierta…

Así que nos han regalado un día de vacaciones de ser padres.

A ver, no me entendáis mal. Nosotros queremos al cachito-carne más que a nada en el mundo, y disfrutamos enormemente del tiempo que pasamos con él. De hecho, una de las cosas buenas que ha tenido la pandemia es que hemos pasado mucho más tiempo juntos por los confinamientos y el teletrabajo. Pero también está muy bien tener un día de descanso para adultos, sin tener que pensar en la siguiente comida, en las siestas, en actividades entretenidas pero formativas, en que no se parta los dientes contra la mesita del salón, en mantener ciertas normas sin cortarle las alas a la creatividad, en no poner la peli demasiado alta por si le despiertas. Un día de poder bajar la guardia y pensar en lo que a tí te apetece.

Lo mejor de todo es que después de un día así, eres mejor padre porque has recargado las pilas, y de repente parece que 2022 no empieza tan mal y puedes con él. Vamos, que todo el mundo sale ganando. A ver qué hay que hacer para convertirlo en una festivo habitual, aunque tenga que caer siempre en lunes.


Comentarios

2 respuestas a «Un regalo de valor incalculable»

  1. Eso sí que es un «día del padre».

    1. Es la definición que debería aparecer en el diccionario.

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