Domingo por la tarde

Después de trabajar como puercos de lunes a viernes, la mejor recompensa que tenemos en esta vida es el fin de semana. Que la mejor recompensa debería ser el sueldo, pero tal y como está el mundo el sueldo no le llega a la altura de los zapatos a dos días enteros sin tener que ir al curro.

Como todo el mundo, yo siempre he intentado aprovechar el fin de semana. Para ir al pueblo, para quedarse en casa leyendo o enganchado a algún videojuego, para irse a Suecia en plan loco, para ir a comer con la familia, o para ir con los amigos a beberse hasta el agua de los floreros jugar al ajedrez y beber sorbitos de té sin cafeína. En casa además cada dos semanas teníamos una cita ineludible con el partido de baloncesto del Estudiantes.

Vamos, demasiadas cosas buenas que hacer para sólo dos días que tenemos así que todo es buen rollo… pero para mí el fin de semana siempre ha traído el peor rato de la semana: el domingo por la tarde.

Y lo peor es que el domingo por la tarde no tiene la culpa. La culpa es del lunes por la mañana, que hace que el domingo por la tarde no pueda pensar en otra cosa que en la semana que empieza y el fin de semana que se acaba dejándome con una sensación de «ya no merece la pena hacer nada, esto es un asco» que me bloquea. Y como estoy bloqueado no hago nada, y como no hago nada me aburro, y como me aburro y no hago otra cosa que pensar en que me aburro porque es domingo por la tarde pues el domingo por la tarde me muero del asco. A ver si os creéis que no lo he pensado ya.

Además la cosa no es fácil de arreglar. Porque si decido luchar contra el Goliat del domingo por la tarde y hacer algo (cena, cine, partido de baloncesto, paseíto…) luego hay que volver a casa, o hay que hacer la cena, o irse a dormir que mañana es lunes así que ya no se puede hacer nada. Se acabó lo que se daba. Por eso aunque el domingo sea genial al final, aunque sea sólo quince minutos, es un asco.

Lo ventaja que tiene esto es que el lunes por la mañana estoy lleno de energía porque no he hecho nada el día anterior y por el subidón de haber sobrevivido a otro domingo por la tarde, y puedo empezar a contar las horas hasta el fin de semana que viene.