Uno de los grandes sueños de la novia de mi cacho-carne es participar en «The Amazing Race», un programa del que muchos conoceréis la versión española «Pekín Express». Para los que no veis la tele, se trata de un reality show en el que equipos de dos personas tienen que correr por diferentes ciudades del mundo y superar pruebas de diverso tipo. Vaya, un reality en el que quieras que no tiene que molar participar, aunque sólo sea por los viajes gratis. El caso es que en cuanto se enteró de que en Junio se celebraba el City Chase Toronto nos apuntó como equipo, pese a que siempre ha dicho que no haría «The Amazing Race» con nosotros por aquello de no acabar nuestra relación abruptamente y en la tele. Se ve que no había nadie más a mano.
El city chase es una versión reducida de «The Amazing Race». Se trata de una carrera de un día a través de Toronto en la que tienes que encontrar determinados lugares y en cada uno de ellos superar una prueba: resolver un puzzle, contestar preguntas de geografía, mover un autobús tirando de una cuerda, escalar un obstáculo, etc. En total había treinta pruebas, y el tiempo máximo que te daban era seis horas para hacer un mínimo de diez (los ganadores lo hicieron por debajo de tres horas, y un equipo se hizo veinte pruebas en las seis horas justas… flipa).
Bajo el nombre «In Queso Emergency» nosotros hicimos nuestras diez pruebas y llegamos a la meta por debajo de cinco horas, que está la mar de bien dada la falta de entrenamiento, que era nuestra primera vez y que ninguno de los integrantes del equipo somos made in Toronto… porque para encontrar algunos de los sitios lo que nos daban eran pistas que si no hubiese sido por los teléfonos inteligentes y Google aún estaríamos ahí fuera buscando. De hecho, incluso algunas pruebas que estaban marcadas en el mapa eran difíciles de encontrar (y no era sólo nosotros, que íbamos con otros equipos).
Y es que lo más difícil era encontrar los puntos con las pruebas y llegar hasta ellos. Lo primero porque no siendo de Toronto pistas como «hace tiempo este era un sitio de diversión para toda la familia» o «el colegio de un famoso científico toronteño» no te dicen absolutamente nada. Lo segundo porque sólo te dejan ir a pie o en transporte público… y dado cómo funciona el TTC es mucho más eficiente correr, pero si aguantas seis horas corriendo por la calle esquivando personas y coches (o no esquivándolos, que al parcer un equipo acabó en el hospital atropellado) en vez de esta tontería deberías estar en las olimpiadas.
Fotos no hicimos muchas, que estábamos ocupados corriendo bajo el diluvio universal, pero sí puedo daros una lista de las pruebas más chulas que tuvimos que pasar:
- Mientras mi cacho-carne se comía seis grillos vivos (uno a uno), su novia sostenía una tarántula en la mano. Y los dos tan contentos de no tener que hacer lo que estaba haciendo el otro.
- La novia de mi cacho-carne tuvo que meterse vestida en una piscina (nadie nos había dicho que hubiese que llevar bañador) y aprenderse una rutina de natación sincronizada. Lo hizo a la primera, y hay un vídeo en su teléfono… lo mismo hay que empezar una campaña en Kickstarter para recaudar dinero y comprárselo.
- Mi cacho-carne tuvo que empujar una pelota de fútbol gigante hasta meter gol en una portería, conduciendo un coche. Primera experiencia como conductor con carnet canadiense, y como en el examen, éxito a la primera.
- Como llovía cuando llegamos a la prueba de escalar un autobús escolar nos tocó hacer un cuestionario en vez de arriesgar nuestras vidas en un resbalón tonto. Pero lo interesante es que en ese cuestionario aprendimos que las Islas Canarias deben su nombre a un perro y no a un pájaro.
Una vez terminada la carrera nos tomamos unas cuantas cervecillas con otros equipos mientras hablábamos de las pruebas que habíamos hecho cada uno, pero entre la lluvia y el cansancio tampoco estaba la cosa como para montar un botellón en condiciones, así que nos fuimos a cenar… dos veces, que nos lo habíamos ganado.
Y como os podéis imaginar al día siguiente estábamos destrozados, sobre todo la mitad del equipo que no va en bici a trabajar todos los días. Tan cansados que no nos bastaba con quedarnos en casa durmiendo o atocinados en el sofá viendo una peli tras otra. Necesitábamos algo más pasivo y menos interesante. Y lo encontramos. Fuimos a ver un partido de béisbol.
Deja una respuesta