Mientras la mayor parte de los países han buscado la dominación mundial a base de garrote, espada, pistola o cualquier otra cosa que sirva para hacer daño y meter miedo, los irlandeses han desarrollado una técnica mucho más sutil a la que los estrategas militares se refieren como el «one pub at a time». El éxito es innegable, porque en cualquier ciudad del mundo desarrollado tienes dos opciones para tomarte una cerveza: ir a un bar o ir a un bar irlandés. Incluso en España, país normalmente reacio a asimilar culturas extranjeras (que se lo digan a los musulmanes, a los judíos o a los turistas que llegan pensando que con el inglés les vale) hay un buen número de bares irlandeses. Y vayas donde vayas todos los bares irlandeses son más o menos iguales, sirven más o menos lo mismo y se mueven en el mismo nivel de precios.
El caso es que San Patricio, Santo Patrón de Irlanda, es uno de los santorales más celebrados a nivel mundial. Algo a la que seguramente ha ayudado el hecho de que para la mayor parte de la gente la celebración consista en vestirse de verde, cogerse una moña de consideración y gritar ¡viva Irlanda! de vez en cuando. En norteamérica, donde los irlandeses ya van por la fase dos de la estrategia, el día de San âtricio se celebra por todo lo alto con cabagata y todo, y la gente se viste de verde, come comida verde y (aquí llegamos al punto fuerte) bebe cerveza verde.
Como amante de la cerveza, daltónico y fan de la rana Gustavo que soy os podéis imaginar que el concepto de una cerveza verde me atrae como un agujero negro. Y ojo, que tenía claro desde el principio que es un sacrilegio porque maldita la falta que hace que la cerveza sea verde… pero es de esas cosas que tienen su gracia para una vez. Así que este año hemos ido a un bar irlandés por San Patricio y he pedido una cerveza verde, con la sensación de que sonaba igual que un guiri pidiendo sangría y paella en un chiringuito de playa de esos que hacen la sangría con tang y tienen la paella congelada del Lidl: es algo que todo el mundo a tu alrededor sabe que es una mala elección, pero te ven tan contento con la idea que no saben decirte que no.
Y es una mala elección porque, por si no habéis caído en el truco vosotros sólos, lo único que hacen es poner colorante alimenticio en la cerveza que les pidas. La cerveza sabe igual, no te tiñe la lengua y, lo que es más desilusionante, el pis no te sale verde. Así que ahora que la he probado no tengo inconveniente en unirme a la campaña de Guiness para defender lo tradicional y decir que esto de la cerveza verde es una americanada absurda… aunque me parece que lo que de verdad les escuece es que para teñir de verde una Guiness necesitas uranio enriquecido.
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