San Valentín es una de esas celebraciones a las que en España no prestamos demasiada atención comparado con todo lo que montan a este lado del océano. No llega al nivel de Navidad o San Patricio, pero sí es cierto que todas las tiendas ponen alguna cursilada para aprovechar el tirón.
Lo que me ha pillado totalmente desprevenido es que nuestro edificio y el equipo de mantenimiento se lo han tomado muy en serio este año. Pero el hall totalmente decorado de la foto de arriba no es lo mejor del asunto. Lo más increíble es que además de decorar el hall del edifico nos han dejado una felicitación en la puerta de nuestro apartamento, «firmada» por el equipo de mantenimiento. Tengo que reconocer que eso sí me ha hecho sonreír y sentirme especial. Eso tíos recios que lo mismo mueven contenedores de basura (que deben de pesar mil kilos) que suben a tu apartamento a arreglar las tuberías del baño son todo corazón por dentro.
Por mi parte, y aunque todo el concepto de San Valentín me parece prescindible, he dado lo mejor de mi mismo levantándome temprano para hacer churros caseros. No se puede decir que hayan quedado perfectos, pero sí han quedado mejor que mi mano y mi pie después de que los churros se pusiesen a estallar lanzando aceite hirviendo para churruscarme un poco la piel. Las tonterías que hacemos por amor.
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