Una de colas y aeropuertos

Si juntas al menos a tres españoles en un mismo punto del espacio-tiempo puedes estar seguro de que antes o después van a formar una cola, sobre todo si dan algo gratis. Da igual que la cola sea para coger el autobús o para ir al baño, que estén repartiendo la sagrada hostia o colchonetas inflables, un trozo del roscón más grande del mundo o condones. Lo importante es poder esperar mientras te quejas de tener que esperar y sentir la descarga de adrenalina cuando alguien intenta colarse… porque no hay sensación más orgásmica que saber que eres el siguiente.

¿Es la cola del 27? Pues no lo sé, yo me he puesto aquí y…

Seguramente este es uno de los motivos por los que en España no triunfan las tiendas de Internet. Ningún español puede disfrutar de dar rienda suelta a sus impulsos consumistas si no hay que esperar en la línea de cajas. ¿Qué clase de satisfacción da comprar comida si no puedes preguntar quién da la vez?

Pero a la vez es el motivo por el que nos sentimos a gusto en los aeropuertos de todo el mundo. Da igual que los carteles estén en inglés o en chino (o en portugués, que siempre habrá quien diga que no lo entiende), y tampoco importa en qué idioma nos hablen desde megafonía. A los aeropuertos se va a hacer cola, y eso es algo tan seguro que las propias compañías aéreas te recomiendan llegar con dos o tres horas de antelación, no sea que te lo pierdas

En primer lugar, tienes que hacer cola en el “check-in”. Incluso si has hecho “check-in on-line” lo más probable es que tengas alguna buena excusa para hacer cola en el mostrador de la aerolínea, como facturar tu equipaje o preguntar si tienes que hacer “check-in”.

Huelga de controladores: clímax del “check-in” aeroportuaro

Después tienes que hacer cola para pasar por los arcos de seguridad. Esta es especialmente divertida porque puedes quejarte de las medidas de seguridad y hacer comentarios sobre lo fácil que es en realidad pasar cualquier cosa. Además, siempre acabas haciendo más cola por aquello de tener que dejar todos los objetos metálicos en las bandejitas.

Una vez pasados los arcos de seguridad hay dos opciones. La primera es que ya vayas muy mal de tiempo y tengas que ir a la cola para subirte al avión, con lo que te vistes corriendo después del control de seguridad y vas perdiendo el culo hasta que encuentras la cola de entrada a tu avión, que con un poco de suerte aún estará por la mitad.

La segunda, mucho mejor, es que te sobre al menos una hora y media en la que puedes ir a hacer cola a los sitios de comida o en la tienda del duty-free. Y después puedes ir a tu puerta embarque y disfrutar de la madre de todas las colas, esa que empieza con los pasajeros del avión sentados en las sillas o en el suelo cerca de la puerta de embarque haciendo unos que leen, otros que escriben cosas en un ordenador y algunos que hablan por teléfono. Pero es todo mentira.

El problema está en que nadie quiere ser el primero en la cola, porque entonces todo el mundo te va a mirar mal por empezar la cola demasiado pronto, por ser un ansioso y querer ser el primero. Además, si eres el primero eres el que menos cola va a hacer y te pierdes la sensación de “yo soy el siguiente”. Pero claro, tampoco puedes dejar a todo el mundo porque entonces

a) no habrá sitio en el avión. Si es de los que no te reservan un asiento específico, llegar de los primeros te da derecho a escoger dónde te sientas. Y aunque tengas tu sitio numerado, si eres el último nunca hay sitio en el maletero de arriba para tu equipaje.

b) eres el último en la cola. Y el problema no es tener que esperar más, porque al estar haciendo cola lo disfrutas. El problema es que no hay nadie detrás de ti a quien puedas mirar por encima del hombro.

Así que todo el mundo llega a la puerta de embarque y, si no hay nadie haciendo cola, mira alrededor para evaluar la situación y entonces busca un sitio donde sentarse que esté lo suficientemente alejado como para disimular pero lo suficientemente cerca para cuando llegue el gran momento.

¿Es este el avión para Albuquerque?

¿Qué gran momento? Pues el que marca la llegada de la azafata al mostrador. Antes de que la chica llegue a sentarse se ha formado una cola de entre 100 y 300 personas (dependiendo de la capacidad del avión). Da igual que la azafata haya ido hasta allí para decir que el vuelo se retrasa 57 horas o que diga que “empezamos a embarcar filas 50 a 35”. La fila ya se ha formado y no se deshará hasta que todo el mundo haya subido al avión.

Y si toda esta espera es poca, aún hay más, porque aún hay que bajarse del avión. En este caso se crea una cola de la que no es posible escapar porque el pasillo entre los asientos no es suficientemente ancho, y de hecho lo único que tienes que hacer para bajarte de un avión es ponerte de pie y dejar que la marea te lleve. Como en la conga, pero cargando con tu maleta.


Comentarios

3 respuestas a «Una de colas y aeropuertos»

  1. Avatar de Pah-put-xee

    Creo que la sensación orgásmica de saber que eres el siguiente en una cola alcanza el sexo tántrico y solamente es superada por la posibilidad de estar al mismo tiempo contándole a alguien a través del móvil dónde estás e informándole de que tienes que colgar porque «te toca el turno».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *