Volvemos al Ballet

Si os acordáis, cuando estaba en Canadá fui a ver el ballet de Peter Pan y, arriesgando mi hombría, ya dije que aquello me había gustado. Lo que no os he contado es que desde entonces he ido al ballet dos veces más, las dos en Madrid y las dos para ver la misma obra: El lago de los cisnes.

Lo primero de todo, un poco de culturilla. El lago de los cisnes es uno de los ballets más conocidos, y fue compuesto por Tchaikovsky para el ballet Kirov, que lo representó por primera vez en el Teatro Bolshoi en 1877. Y además seguro que todos conocéis la música, incluso si no sabéis de dónde viene.

Bien, el caso es que las dos veces que he ido a ver El lago de los cisnes he salido un poco decepcionado. La primera vez la gran amante del ballet Karol, sentada a mi lado, iba desgranando las diversas imperfecciones de la representación, usando palabras raras que todavía hoy sigo sin saber del todo lo que significan y metiéndose con los bailarines.

La segunda vez se trataba de un teatro de más enjundia y en la Gran Vía, con una compañía que prometía un mejor espectáculo. Y la verdad es que en cuanto a escenarios y vestuario le daban mil vueltas, y yo pensaba que, excepto un chino que cuando estaba de pie parecía estar esperando el autobús en Callao, los artistas también.

Pero no. Después de que una bailarina diese sobre sí misma un montón de vueltas y yo dijese en bajito “hala, qué buena” la novia de mi cacho-carne nos volvió a instruir: “no, tenía que haber dado al menos 32 vueltas y ha dado 29. Además, no debía haberse ido moviendo hacia delante”. Y luego Karol, que por casualidades de la vida estaba en el mismo teatro, confirmó no sólo este dato, sino que desveló otras carencias de la representación. Mi gozo en un pozo, yo que pensaba que había merecido la pena perderse la semifinal del mundial Holanda-Urugay y luego veo en YouTube cómo debería haber sido…

Pero pensándolo fríamente he caído en por qué El lago de los cines, por bien reprensentado que esté, nunca me gustará tanto como aquel Peter Pan: la historia es un muermo. Para ser exactos, la historia se hace un muermo al durar la obra dos horas, porque el libreto ocupa media página y claro, no da.

¿La diferencia? Pues que mientras en Peter Pan la gente baila “para algo” en El lago de los cisnes te plantan veinte minutos de saltitos en mallas con la apasionante historia de “están en una fiesta”. Y es raro cuando la historia incluye magos, encantamientos, personas convertidas en animales, engaños, peleas (aunque sea su versión balletística, que hasta aparece una ballesta) y, leyendo entre líneas, relaciones sexuales bien entre dos personas o bien entre una persona y un cisne (y, considerando la segunda opción, mejor que sea la versión balletística).

Por decirlo finamente, El Lago de los cisnes es como una película de Garci. El ballet no me disgusta, pero necesito una historia interesante detrás. Y sobre todo necesito que en el público no haya tantísmo gañán, abriendo latas de refrescos y haciendo fotos con flash durante la representación.


Comentarios

4 respuestas a «Volvemos al Ballet»

  1. @Belen: pues tal y como lo lees. Pshhh, clack y glu glu glu.

    @Pah-put-xee: a las preguntas de lo que está escrito y lo que no y quién es el autor de la coreografía original tendrá que contestarte bien Karol o bien Manza, que yo no tengo ni idea. El Crack la he visto y me parece muy buena, lo que me da más motivo para meterme con Garci: no es que no sepa hacer buenas pelis, es que no le da la gana…… tiembla, Holanda, que llega Alfredo Landa!

  2. Avatar de Pah-put-xee

    Perdona mi incultura pero… ¿dónde dice cuantas vueltas tienen que dar? ¿También pone cuantas veces tienen que agitar los piececitos mientras se mantienen en el aire? ¿Lo decidió Tchaikovsky y lo puso en el libreto?
    Por cierto, Garcí también hizo una película que no te duerme: te recominedo ver «El Crak» que además tiene el aliciente de ver a Alfredo Landa en el primer papel serio de su carrera demostrando que valía perfectamente para el mítico papel de Paco el Bajo en «Los santos Inocentes».
    P.S Me ha costado una «criadilla» no meterme contigo por jugar a ser Billy Elliot.

  3. No puedo creer que la gente abriera latas de refrescos… Yo hace un par de años fui a ver al Ballet Clásico de Moscú representando Romeo y Julieta, y fue desigual a ratos disfrutaba como una enana y en otros momentos maldecía mi mala cabeza por haberme olvidado el cuchillo ceremonial en casa. Pero, vamos yo no me hubiera dado cuenta de que la bailarina diera vueltas de menos. ¡Un lujo ir acompañado de expertos!

  4. Tengo que decir, que en el momento que la bailarina principal estaba haciendo esas 29 de las 35 vueltas, dije exactamente lo mismo que la novia de tu cacho-carne, porque pensé que se iba al foso..

    También te sugiero que veas otros ballets, porque merece la pena, Romeo y Julieta, Giselle (aunque es un poco escalofriante con las Willis tenebrosas), Carmen… Aunque si quieres ver algo que merezca mucho la pena será necesario pagar un pastón aquí en España…

    HE DICHO! XD

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