Semana Santa “made in Spain” para turistas guiris

Hace dos años ya le dediqué una entrada a la Semana Santa, hablando de cómo viví las celebraciones religiosas desde Holanda. Pues este año unos amigos canadienses venían a pasar aquí unos días, y nos tocó  (a mí, a mi cacho-carne y a su novia, que parecemos el hostal oficial de la embajada canadiense en Madrid) organizar algo que aunase cultura, relax y tradición española… ¡Y vive Dios que lo conseguimos!

Málaga a ojos guiris.

Lo primero de todo decidimos a ir a cenar de tapas, que es algo que aúna cultura, relax y tradición española como pocas cosas. El problema es que una petición de mano se interpuso en el camino (tranquila abuela que no te oculto nada) y tuvimos que buscar un restaurante acorde a la circunstancia. Por alguna razón que no entiendo acabamos en Tribunal, que es una zona de Madrid que yo relaciono automáticamente con minis de calimocho y gente meando en las esquinas… pero reconozco que el restaurante resultó perfecto y no le quitó nada de glamour al momento.

Como las tapas habían quedado pendientes, nos fuimos al día siguiente. Pero claro, un anillo lleno de brillantes no se puede lucir en cualquier tasca guarra, así que esta vez optamos por ir a de tapas “de alto standing”. Eso se traduce en que nos fuimos al Mercado de San Miguel que, aunque más caro que un bar cualquiera, tiene ostras, jamón (que no falte), caracoles y un queso de Portugal parecido a la Torta del Casar que quita el hipo.

¡Cómo brilla! Eso bien vale unas ostras. Felicidades 😉

Así nos plantamos en el Jueves Santo, con todo preparado para salir de viaje. ¿Dónde? Pues al sur, a la playa de Málaga y Torremolinos, que es lo que se hace en España. ¿Cómo? Pues en coche, como se ha hecho toda la vida. ¿Por qué? Pues porque es como se ha hecho siempre, y así ofreces a las visitas una de las más bellas tradiciones de la cultura hispana: parar a comerse un bocata en Despeñaperros (y porque no pude hacer croquetas, ojo).

Tras explicar que no sé a qué se debe el nombre del lugar pero que efectivamente debe de venir de una bella tradición española de mal recuerdo para los canes, seguimos nuestra ruta admirando tanto el propio Despeñaperros como los increíbles e inacabables campos de olivos en Jaén, momento que aproveché para recordar a los norteamericanos que el aceite de oliva tan rico que les venden los italianos se hace en realidad aquí. Nunca está de más meterle una colleja a los italianos con este asunto.

Paisajes increíbles para entretenerse por el camino.

Por fin, y después de señalarles lo alto de Sierra Nevada, llegamos a Málaga, una ciudad en plena ebullición por algo que nuestras visitas desconocían: las procesiones de Semana Santa. No es sólo que no tenga nada que ver con el chocolate de su Eastern y que parezcan manifestaciones del Klu Klux Klan (a los ojos de un guiri desconocedor de nuestra tradición, no se me altere nadie)… es que encima toda la ciudad se vuelve loca, se bloquean todas las calles y la gente llora al ver pasar una tras otra las imágenes de Cristos y Vírgenes rodeadas de soldados romanos. Para rematar, tuvimos la suerte de que por debajo del balcón de nuestra habitación en el hostal pasaron dos procesiones, una por la tarde y otra bien entrada la noche.

Siguiendo con lo antiguo y cultural, también visitamos la Alcazaba, y por si todo eso había sido poco en el viaje de vuelta paramos en Córdoba para disfrutar del salmorejo y visitar la Mezquita. Estaréis de acuerdo en que el chapuzón en la tradición española fue completo.

Semana Santa en estado puro. Salvo por la Mezquita, claro.

Pero no todo iba a ser tan cultural, porque el paso por Andalucía permite al viajero disfrutar de otras tradiciones más relajantes como son el pescaíto frito y la playa. Sol, calor y comida deliciosa al lado del mar como nunca ha vivido un canadiense, con el excelente detalle de los chiringuitos vendiendo cerveza para refrescarte.

Además, para los guiris varones hay una ventaja añadida, y es que no están acostumbrados a ver tanta moza en top-less sin tener que pagar. El resultado se parece bastante a una versión actualizada de Pajares y Ozores de vacaciones en Suecia.

¿Qué más le puede pedir un guiri a Andalucía? (No, no hay fotos de las mozas en top-less)

Pero no habría sido un viaje tan completo en cuanto a tradiciones sin la guinda del pastel: atasco en la nacional. De esos que te pillan por Castilla, con el sol dando de pleno y parones en los que te puedes bajar tranquilamente a coger comida del maletero. Jo, qué viaje más bien montado.


Comentarios

2 respuestas a «Semana Santa “made in Spain” para turistas guiris»

  1. Y los melocotones eran tan granes que duraban 700 kilómetros. Si es que als vacaciones ya no son lo que eran.

  2. Avatar de Pah-put-xee
    Pah-put-xee

    ¡Ah, qué tiempos en los que en Semana Santa cerraban hasta los bares! Entonces se paraba en mitad de Despeñaperros porque ya estabas tan harto de ir detrás de un camión imposible de adelantar que no te quedaba otra que parar para descargar adrenalina (bueno, y la vejiga también).
    Entonces todo era recogimiento (de tu desordenado cuarto porque la paternidad así lo imponía ya que no tenías otra cosa que hacer, ni se podía huir a ningún sitio), penitencia porque no había quien pillara una birra y en casa nunca te atreverías con semejante osadía, ¡y cine peplum en TV! ademas de «12 hombres sin piedad» y otros clásicos del nacional-catolicismo. Inluso, en 1977, se obró un milagro y amanecimos el sábado de gloria con la legalización del PCE.
    ¡DIOS (nunca mejor dicho), qué tiempos aquellos.

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