Una semana trabajando fuera del país

Siempre he dicho y siempre diré que tener un trabajo en el que te toca viajar por el mundo mola más que uno en el que estás siempre no ya en el mismo país, sino en la misma oficinilla. Sobre todo si la oficinilla es un sótano con alguna que otra humedad, pero eso son casos extremos.

Prometo que esta foto está sin retocar, simplemente es lo que pasa cuando haces bien una foto por la noche sin flash.
Prometo que esta foto está sin retocar, simplemente es lo que pasa cuando haces bien una foto por la noche sin flash.

A mí hace un par de semanas me tocó, por trabajo, ir a Milán y a Atenas… y vale, luego pasé el fin de semana en Barcelona, pero ya no puedo culpar al trabajo (de hecho, tengo que agradecérselo). El plan en un principio era ir saltando de una ciudad a otra, pero en unos minutillos todo salió del revés y la semana se convirtió en la gran paliza Madrid-Milán-Madrid-Atenas-Madrid-Barcelona.

Así que sí, fue una paliza del copón, casi todas las comidas y sueños los eché en los aviones porque el resto del tiempo estaba currando, ha sido una de las mayores palizas de mi vida y me pregunté cuál era el punto de haberme independizado para vivir con mi novia si luego iba a estar todo el día de pingo por el continente… pero no puedo negar que supe aprovechar el trabajo.

1- Milán

Tras un viaje bastante larguito (dos horas de avión, 45 minutos de autobús y 15 minutos de metro) llegué a un hotel bastante majo, cuyo mayor valor era el estar en el centro mismo de Milán: 10 minutos andando despacio al Duomo. Además estaba al lado de la Bolsa de Milán, que es donde se celebraba la conferencia a la que me habían mandado y el desayuno no estaba mal.

No estuve en este. Una pena, creo que las fiestas son la leche…
No estuve en este. Una pena, creo que las fiestas son la leche…

Aparte, toda la comida estaba muy bien. Los almuerzos en plan bufetillo rápido donde las conferencias estaban geniales, pero se quedan en nada comparados con la cena de gala en el Museo Leonardo Da Vinci con la que, al menos a mí, nos alegraron la vida. Fue una de esas cenas donde te sientan con gente que creen que te va a resultar interesante y con los que en seguida empiezas a preguntarte cuál de las cuatro copas que tienes delante se supone que debes usar para beber un poco de agua. Luego empiezan a llegar los vinos y los platos de alta cocina, y tú que tienes la suerte de hablar más de un idioma te lo pasas como un enano.

Como no podía ser de otra forma, me puse bastante ciego de pasta y quesos, y como buen español me comí el mejor prosciutto sin dejar de decir que el jamón ibérico le da mil vueltas. Además, saqué a relucir mi instinto calcetinístico a la hora de adobarme con los que se iban de copas y además invitaban porque son gente importante. En resumen, una estupenda velada de lo que normalmente se llama mamoneo, pero que cuando vas de traje y repartiendo tarjetas de visita se llama networking.

Lo malo del viaje a Milán fueron dos cosas. La primera que sólo tuve 40 minutos para turistear la ciudad. No fue muy grave dado que ya había estado allí y la ciudad, imprescindible, sólo tiene el Duomo y la Galería de Victorio Enmanuelle. Así que como tengo la absurda convicción de que la única forma de conocer una ciudad es perdiéndose en ella, salí a reptar un poco. Como no tenía mucho tiempo no podía alejarme mucho del hotel, así que pensé que me sería difícil perderme… pero oye, puedo decir con orgullo que a los 5 minutos de callejear estaba totalmente perdido, que pasé 15 minutos buscando mi camino de vuelta hasta que me rendí y pregunté a una señora que paseaba al perro y entonces pasé otros 20 minutos volviendo al hotel. Todo un éxito.

30 minutos de turismo en Milán al anochecer.
30 minutos de turismo en Milán al anochecer.

La otra pega de este viaje es que el Internet era de pago en mi hotel, y en donde las conferencias tampoco había forma de conectarse. Bueno, sí que la había, que era una sala de ordenadores viejunos con IE6 y el teclado italiano. El caso es que no es un gran problema salvo cuando tienes pululando por el lugar a un montón de periodistas que se ven obligados a rebuscar en el manual de periodismo del siglo XIX cómo llevar un periódico, y que se encuentran con que el manual no explica como subían por aquel entonces una entrada a un blog de noticias sacando los titulares por Facebook y Twitter.

2- Atenas

Tras pasar una noche en Madrid volví a subirme al avión para llegar a Atenas. La verdad es que IBERIA me había decepcionado un poco en el viaje a Milán, con unos sitios muy estrechillos, dando sólo 5 almohadas entre todo el pasaje y no dando ni de comer ni de beber a quien no pasase por caja. Pues bien, al hacer el check-in camino de Atenas pude cogerme uno de los asientos de salida de emergencia, que son bien grandes, y además resulta que según su política, el viaje Madrid-Atenas es suficientemente largo para que te merezcas algo gratis, así que me dieron de comer salvándome bastante el culo en ese tema porque no llevaba nada preparado.

Pero esa no fue la única sorpresa agradable del viaje. Para continuar, el hotel estaba a 50 metros del aeropuerto, y eso se agradece cuando vienes en avión y tienes un evento por la noche en uno de los edificios del propio aeropuerto. Claro, que hace que no puedas aprovechar las dos horitas de tiempo que tienes en Atenas para ir a turistear un poco, pero hay que contar con que ya he estado en Atenas antes, que llovía y que me encontré con esto al llegar a la habitación del hotel:

El lujoso concepto de “gastos pagados”: Hotel Sofitel del aeropuerto de Atenas.
El lujoso concepto de “gastos pagados”: Hotel Sofitel del aeropuerto de Atenas.

Básicamente es el mejor hotel en el que he tenido una habitación en mi vida, así que decidí no salir y me quedé escribiendo esta entrada sobre lo bien que tratan los griegos a los periodistas y planeando cómo agenciarme un albornoz. Lo que no me esperaba es que después, cuando volví del evento que había ido a cubrir, me iba a encontrar con una bandeja de frutita pelada y cortada y acompañada de una botella de vino tinto griego. La única pega que le puedo poner a este derroche de lujo es que el Internet era de pago. No es sólo que yo sea pobre como una rata, es que me parece indecente que a alguien que paga semejante pastizal por una habitación (miré la lista de precios y rondaba los quinientos)… concho, cobra 10 euros más en la habitación y pon el WIFI gratis. El caso es que tras darme una lujosa ducha y secarme con lujosas toallas, me puse el traje y me fui a trabajar. O al menos esa era mi idea, que no la de los griegos.

El evento en cuestión era en la edificio de mantenimiento del aeropuerto, con lo que se daba la extraordinaria paradoja de que si bien el aeropuerto estaba a menos de 5 segundos del hotel yendo en Ussain Bolton (no es coña, calculad), había que coger un taxi para ir hasta allí. Con lo que se daba otra curiosa paradoja, que es cómo una compañía aérea te paga el billete de avión y el pedazo de hotel pero te dice que te pagues tu los 12 euros de taxi en vez de fletar autobusillo desde el hotel, que es como si Iberia te paga todo desde Berlín a la T4 y te dice que la rueda de prensa es en la T1 y que te cojas el Metro. Gracias a esto tuve la ocasión de vivir uno de esos grandes momentos de mi vida, que fue ofrecer a los de al lado compartir el taxi y que me rechazasen porque tenían coche propio, que es lo que tiene ser el embajador de Chipre.

Es que así da gusto viajar…
Es que así da gusto viajar trabajar…

El caso es que tras ser convenientemente estafado por el taxista griego, perder un rato discutiendo con él y teniendo que aceptar que todos los guardias alrededor están de su lado porque lo que quieren es arreglar el tráfico, llegué al evento en cuestión. Que no puedo definir como una rueda de prensa, ni como una conferencia ni como un meeting, sino como la mayor fiesta parda en la que he estado en mi vida. Me resulta muy difícil escribir sobre la pedazo de macrofiesta para griegos ricos en la que estuve, así que me voy a limitar a subrayar los datos objetivos que pueden ayudar a entender la situación:

  • Fiesta en un hangar del aeropuerto, con dos aviones dentro.
  • Uno de los aviones lo puedes visitar. Nunca antes había estado sentado en el asiento de piloto de un avión comercial.
  • Buffet libre durante toda la noche: pasta, pescado, carne, cosas ricas típicamente griegas cuyo nombre desconozco, pastelillos… de todo, vaya.
  • Barra libre, con camareros generosos. Tan generosos que uno se ve obligado a ir de una barra a otra, tragarse su hombría e hispanidad y decir “Perdona, ¿puedes ponerme más zumo aquí? Tu compañero me ha puesto un señor copón y es mucho para mí”.
  • Espectáculo antes y después de los discursos -que son lo realmente importante, el motivo por el que nos habían invitado a los periodistas-. Pero no espectáculo cualquiera: concierto de música clásica, concierto de rock de la griega que ganó eurovisión hace 3 o 4 años y, ojo al dato, el Circo del Sol.
  • Más buffet y barra libre
  • Un señor que por cómo iba vestido, cómo iban vestidos los que le acompañaban y cómo le iban besando la mano, debía ser el Pope de la Iglesia Ortodoxa Griega u ostentar algún cargo similar.

En resumen, la mejor fiesta de la historia con un único inconveniente: yo estaba allí sólo y no hablo griego. Lástima. A ver si el próximo viaje de trabajo lo puedo hacer acompañado.


¡BONUS!

Si vas a Milán es posible que te estés muriendo de ganas de comer fruta, vayas por la calle y te encuentres con esto:

Frutas de Milán
Frutas de Milán

Pero ¡CUIDADO! No es fruta, sino una trampa italiana destinada a venderte un souvenir perfecto. Resulta que estas frutillas están hechas de mazapán. Quiero decir que están perfectamente hechas, porque las formas y los colores son perfectos. El problema está en que cuestan una pasta (50 euros el kilo, ahí es nada la tontería) y que, efectivamente, es mazapán. Mazapán a precio de oro.


Comentarios

6 respuestas a «Una semana trabajando fuera del país»

  1. Pues yo le hubiera ofrecido un Mon Cherí de Ferrero Rocher al chipriota, que con eso seguro que te hubiera llevado.

  2. @Joako: yo me quedé con una cara gili que no te imaginas.

    @Álvaro: ¿Mejor que el de Atenas? Madre mía qué vidorra te has pegado de becario, so perro. En 12 días en Helsinki ;P

  3. Tu trabajo parece incluso mejor que mis prácticas en la revista de coches! Aunque a mi en Salzburgo me llevaron a un hotel incluso mejor que el de Atenas… Podias ver la tele desde la banera (teclado fines) a traves de una cristalera entre el bano y el cuarto…

  4. el momento «Soy el embajador de Chipre y tengo coche oficial» tuvo que ser brutal…XD

  5. @Gromit: gracias, la verdad es que saber que hay quien te envidia da cierto regustillo. Aunque también te digo que fue una paliza enorme y que no tuve mucho tiempo para disfrutar del lujo.

  6. Mmm…
    Curioso…
    Gromitillo y yo de mayores queremos ser como usted, señor Calcetín…
    La envidiaca nos corroe…

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