Entre las muchas cosas que molan de tener una novia canadiense es que tienes más posibilidades de acabar yendo a hacer cosas molonas que en Madrid nunca harías: patinar en enero sobre el río helado, ir a esquiar de noche o ir al circo. Sí, yo en Madrid no he ido desde hace lustros y los canadienses están muy orgullosos de su circo. Pero es que tienen motivos, porque estamos hablando del Circo del Sol.
Además este año la compañía cumple medio un cuarto siglo dando vueltas por el mundo. Para ser exactos, son 25 años dando vueltas, volteretas, contorsiones, saltitos, brincos, piruetas y todo lo que implique llevar al extremo la flexibilidad, coordinación y desprecio por una caída de 20 metros. Vamos, que mola un huevo, y por eso yo aproveché mi última visita a Montreal para ir a ver su último espectáculo: OVO. Nada más entrar ya me ganaron regalándome una nariz de payaso con luz.
La primera diferencia con un circo corriente, aparte de que no hay animales ni domadores, es que cada espectáculo sigue un pequeño guión, o al menos gira en torno a una idea central. No preocuparse que no es en plan “Pero Billy, ¿por qué ir andando si podemos ir haciendo mortales hacia atrás? Wow wow wow”. Simplemente hay un hilo conductor que se basa en el trabajo de unos actores que no hacen piruetas, sino que cuentan una historia y ponen el toque de humor. Por cierto, que no hablan nunca así que no preocuparse del idioma.
Pero obviamente lo que más llama la atención del Circo del Sol y por lo que se han hecho mundialmente famosos y tienen varios espectáculos a la vez en Las Vegas son las acrobacias. Básicamente porque tienen a los mejores acróbatas, que vienen a ser los más flexibles, los que más se juegan la vida y los que mejor se coordinan entre ellos (increíble en OVO las niñas chinas haciendo malabares con los pies). Cuando digo que tienen a los mejores lo digo por las cosas increíbles que hacen y porque no ponen la red casi para nada. Y cuando la ponen tu piensas “joder, ahora es cuando piensan que se pone peligroso… ¿y lo de antes?”.
http://youtu.be/eB8kSKyeIz4
Pero no es sólo eso. Es que además el escenario no se limita a ser una (o tres) pistas en las que se van sucediendo los artistas. El escenario está tan trabajado como el de una obra de teatro, integrando en el guión y el ambiente todos los elementos que necesitan los acróbatas para hacer sus cositas. Además, los artistas no van vestidos en plan “voy a hacer piruetas mortales”, sino en plan “voy disfrazado de monstruo con púas”, “voy disfrazado de saltamontes”… vamos, que todo el aspecto visual que acompaña a jugarse la vida está perfectamente pensado.
Para rematar todo, está la música. Muerte al redoble de tambor antes de un salto mortal. El Circo del Sol compone una banda sonora específica para cada espectáculo en la que trabajan varios músicos y cantantes, y que es interpretada en directo en cada actuación. Y como ejemplo aquí tenéis el vídeo de Alegría, una de las mejores canciones de la historia de la humanidad.
En fin, creo que ya estaréis bastante convencidos de que merece mucho la pena estar ahorrando durante varios meses para poder permitirse este lujo, cuyo único inconveniente es que es bastante caro. Pero en mi opinión es una de esas cosas que sí merece la pena, porque te hace soñar y creer en la magia como un niño.
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