Esta mañana, de camino al trabajo, he oído en la radio que una operación policial en Malasia ha confiscado 9.000 paquetes de café porque, y esta es la parte interesante, estaba mezclado con viagra. Lo mejor de todo es que, por lo que yo he entendido, no era algo de lo que se informase a los clientes.
Al parecer este café se vendía en los bares situados en los barrios donde el principal negocio son los lupanares. De esta forma, el incauto cliente que se levanta a las 6 de la mañana para ir a trabajar y hace una parada para tomar un cafetillo, siente de repente una necesidad imperiosa de relajarse y, según sale del bar, se encuentra en una calle llena de interesantes opciones para pasar un buen rato. El concepto de marketing es perfecto. Inmoral, pero por eso se llama marketing.
Según la noticia de la agencia EFE, el «café» se encontraba en un almacén al norte de Kuala Lumpur, aunque la policía sospecha que se distribuía por todo el país para no privar a nadie de un desayuno nutritivo. La policía también sospecha que se vendía a 23 dólares la caja, pero se ha negado a revelar la marca de café en cuestión. Imagino que más de un policía ha confirmado que si mojas un donut en este café los efectos son los mismos pero además te quita el hambre.
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