Desde que mi cacho carne está afincado en Ottawa hemos ido a Estados Unidos tres veces. La primera de ellas fue en Septiembre, al poco de llegar. Fuimos en coche, al llegar a la aduana la señora de la cabina cogió los pasaportes, empezó con su retaila de preguntas a las que nuestra canadiense favorita iba contestando sin problema, y al final la señora dijo que había que pagar seis dólares.
Así nos enteramos de que, cuando no entras en Estados Unidos por avión, te hacen pagar seis dólares (ni uno más ni cinco menos) por la tarjetita verde en la que pones lo de que eres una buena persona sin intenciones de matar a nadie, y marcas la casilla de que no estás ni has estado implicado en actos de espionaje y sabotaje; actividades terroristas; genocidios; o participaste de algún modo entre 1933 y 1945 en persecuciones relacionadas con la Alemania Nazi o sus aliados. No, no hay una casilla que ponga “pues no, aunque es verdad que tengo noventa años, pero me conservo bien”.
En cualquier caso, pese a encontrarlo estúpido e inútil, pagamos los seis dólares por entrar en el país más poderoso del mundo. O simplemente fuimos víctima de una chorizada de los aduaneros, porque la verdad es que esto huele muy mal. Pero el resumen es que esa primera vez no hubo ningún problema al entrar en Estados Unidos. Y al volver a Ottawa, la chica de la aduana canadiense ni siquiera cogió los pasaportes. Simplemente preguntó qué habíamos estado haciendo en Estados Unidos y desde cuándo, y con las respuestas “visitar a mis padres” y “sólo el fin de semana” se dio por satisfecha.
La segunda vez, por la misma aduana, la cosa fue mucho más rápida dado que ya tenía la tarjeta verde y no estaba caducada ni nada. Así que, aunque hubo que volver a pasar el interrogatorio de “esto de que tú seas canadiense, tus padres vivan en Estados Unidos y me estés trayendo a un español al que conociste en Holanda me suena muy chungo” no hubo más problemas niseis dólares de tasa. Al volver a Ottawa, esta vez la aduanera canadiense sí miró los pasaportes e hizo algo que hasta entonces ningún aduanero canadiense había hecho: poner en la hoja correspondiente la fecha en la que tengo que tenemos que salir de Canadá.
Así que cuando mi cacho carne y yo estábamos planeando la tercera visita a Vermont, no nos preocupamos demasiado por el tema aduanas pese a que íbamos en autobús y sin compañía. Y quizá precisamente por ir sólo, se limitaron a mirar el pasaporte de mi cacho carne y preguntar dónde íbamos. Así que la parte más problemática había sido superada. O eso nos pensábamos mi cacho carne y yo.
Al coger el autobús de vuelta, la aduana canadiense me mostró su lado más burocrático, anodino, cansino, quisquilloso y desconfiado que uno se pueda imaginar. El primer tipo que miró el pasaporte hizo las preguntas típicas, y mi cacho carne le dijo que volvía a Ottawa donde ha estado desde septiembre de vacaciones. Al tipo le pareció muy bien, pero dijo “vete a esa ventanilla para que te pongan el sello y demás”. Y entonces empezaron los cuarenta minutos más absurdos que he pasado nunca en una frontera.
Para empezar, la chica empezó otra vez con las preguntas típicas.
Aduanera: ¿Y dónde dices que te quedas?
Mi Cacho Carne: En casa de mi novia.
A: ¿Tu novia es canadiense?
MCC: Sí.
A: ¿Cómo se llama?
MCC: (nombre francés todavía mal pronunciado)
A: ¿Y qué hace con su vida?
MCC: Estudia.
A: ¿Dónde?
MCC: En Ottawa.
A: ¿Y de qué la conoces?
MCC: Nos conocimos en Holanda.
A: ¿Y eso?
MCC: Los dos estábamos de intercambio allí.
A: ¿Y tú qué haces en Ottawa?
MCC: Tocarme las narices Nada, estoy de visita.
A: ¿No estás estudiando?
MCC: No, terminé la carrera en junio (me gusta subrayar este punto) y me vine de vacaciones.
A: ¿Estás trabajando?
MCC: No, estoy de vacaciones.
A: ¿Desde cuándo estás aquí?
MCC: desde Septiembre.
A: ¿Y dónde vives?
MCC: En casa de mi novia.
A: ¿Y qué haces para ganarte la vida?
MCC: Nada, estoy de vacaciones.
A: ¿Y de dónde sacas el dinero?
MCC: De mis ahorros.
A: ¿Qué hacías en España?
MCC: Trabajaba en una revista.
A: ¿Haciendo qué?
MCC: La página Web.
A: ¿Y ya no trabajas para esa revista?
MCC: No, me vine de vacaciones.
A: ¿Y cuánto dinero tienes?
MCC: (respuesta aproximada tirando para arriba).
A: ¿Y no ganas dinero de ninguna otra manera?
MCC: No, estoy de va-ca-cio-nes.
Bien, tras esta ronda de preguntas la chica se fue con el pasaporte a un ordenador, y al cabo del rato volvió para preguntar a mi cacho carne la dirección en la que estaba viviendo. Por lo que yo sé, durante este rato de ausencia no estuvo haciendo absolutamente nada.
A: ¿Puedes darme la dirección en la que estás viviendo?
MCC: Sí, claro, llevo ahí desde septiembre.
A (tras apuntar la dirección): Muy bien. ¿Y cuando te vas de Canadá?
MCC: Pues tengo la visa de turista hasta febrero, pero de hecho quería saber qué tengo que hacer para renovarla si quiero quedarme más.
A: No puedes.
MCC: He leído en una página del gobierno canadiense que se puede renovar.
A: No puedes.
MCC: Según esta página del Gobierno Canadiense hay que rellenar un formulario, pagar setenta y cinco dólares y, si te aprueban la petición, se renueva el visado por otros seis meses.
A: Bueno, puedes intentarlo, pero no te lo recomiendo.
MCC: ¿Y no basta con salir del país y volver a entrar?
A: Tienes que volver a España.
MCC: ¿No vale con Estados Unidos?
A: No.
MCC: ¿Y sólo vale con España?
A: Sí. O con cualquier país.
MCC: ¿Y Estados Unidos?
A: No.
MCC: ¿Y eso? Porque verás, me sale mucho más barato venirme aquí que comprarme un billete de avión hasta España.
A: Ya, pero Estados Unidos no vale.
MCC: Pero, y perdona que pregunte tanto pero realmente quiero entender todo esto, ¿porqué vale cualquier otro país del mundo menos precisamente el más cómodo?
A: Porque tenemos acuerdos especiales. Así que no intentes cruzar la frontera y volver a entrar porque no te va a valer. De hecho, esta vez te dejo entrar, pero lo mismo la próxima vez no tienes tanta suerte.
MCC: ¿Cómo?
A: Que lo mismo la próxima vez no te dejamos entrar a Canadá.
MCC: Pero hasta febrero sí puedo.
A: No.
MCC: ¿Y eso?
A: Porque estás cruzando la frontera mucho.
MCC: Pero porque estoy en Canada y resulta que mi tía vive en Vermont, así que ahora que estoy más cerca aprovecho para ir a verla.
A: Pues ten cuidado, que alo mejor la próxima vez no te dejamos entrar. Y no intentes entrar y salir para renovar el visado.
MCC: Y si vuelvo a España…
A: O a cualquier parte de la Union Europea.
MCC: Si, bueno, si vuelvo a la Unión Europea, ¿cuánto tiempo tengo que estar allí antes de volver?
A: Nada, con que vayas y vuelvas se te renueva el visado.
MCC: Vaya, qué bien. ¿Y cómo sabéis que he estado allí?
A: Por el pasaporte.
MCC: Qué del pasaporte.
A: El sello.
MCC: Ehh… cuando vuelves a tu país, no te ponen sello en el pasaporte.
A: Ah, ¿no?
MCC: No.
A: Pues lo pides, que seguro que te lo ponen.
MCC: Pues vale.
Tras este momento de shock en el que una agente de aduanas me amenazaba con no dejarme entrar en el país, mi cacho carne estuvo hablando un poco con un pobre australiano al que también estaban dando por saco, pese a que tenía todos los papeles en regla (incluidos el permiso de trabajo y la revisión médica). Yo mientras seguía en la mochila, temeroso de asomarme y tener que contestar “vivo en la mochila en la habitación de la novia de mi cacho carne”. Entonces la aduanera volvió, con ganas de dar un poco más por saco.
A: ¿Estás seguro de que ésta es la dirección correcta?
MCC: Sí, claro.
A: ¿Incluido el código postal?
MCC: Sí.
A: Pues según Mapquest eso es una casa de adopción.
MCC (blanco como quien ve la muerte pasar): Pues te juro que yo vivo ahí y no es una casa de adopción.
A: Dame el teléfono de tu novia.
MCC: El de casa o el móvil.
A: Los dos. (los apunta). Bien, ¿crees que estará en casa?
MCC: Pues creo que sí, y si no supongo que alguno de los otros compañeros de casa estarán.
A (llama a casa y nadie lo coge. Llama al móvil, y nadie lo coge. Deja un mensaje en francés en el contestador): Hola, soy la aduanera. Tengo aquí a un tal Sr. De Rojas, español, que dice que es tu novio. Cuando puedas llámame para confirmar esto. Gracias.
Así que ahí estaba yo, en el bolsillo de la mochila de mi cacho carne, esperando a que su novia saliese de clase, recibiese el mensaje y llamase para salvarnos el culo, mientras el conductor del autobús preguntaba a los demás aduaneros si la cosa iba a tardar mucho o si podía largarse sin nosotros. Por suerte alguno de los demás aduaneros era más simpático que la que nos estaba empalando y le obligó a quedarse hasta que ellos decidiesen qué hacer con mi cahocarne. Al final la novia de mi cacho carne llamó por teléfono, y tras un par de preguntas la aduanera volvió con el pasaporte.
A: Bueno, pues es esto ya está.
MCC: Qué bien.
A: Mira en esta hoja está todo: no puedes trabajar y no puedes estudiar. Y no te he alargado el visado, así que este día te tienes que ir. Y no se te ocurra intentar lo de cruzar la frontera que no te va a servir.
MCC: ¿Y lo de renovar el visado con el formulario…?
A: Puedes intentarlo, pero no te lo recomiendo.
MCC: ¿Por?
A: Por que cada vez que lo renuevas nos enteramos.
MCC: ¿Y?
A: Y que nos damos cuenta de que no estás de visita, sino que estás viviendo aquí.
MCC: Pero si ni trabajo ni estudio, estoy de visita.
A: No, porque estás ya mucho tiempo.
MCC: ¿Y lo de volver a Vermont? Por visitar a mi tía, y eso.
A: Con este papel que te he puesto puedes.
MCC: Pero antes me has dicho que no podía.
A: Ya. Pero con este papel puedes.
MCC: ¿Seguro?
A: Con este papel sí.
MCC: Así que ahora sí puedo cruzar la frontera otra vez.
A: Sí, porque ahora tienes este papel.
MCC: Y antes no podía, aunque lo he hecho más de una vez y nadie me ha dicho nada.
A: Ahora con el papel puedes. No lo pierdas. Y asegúrate de que nos lo devuelves cuando salgas de Canadá.
MCC: Bueno, pues vale. Muchas gracias.
Y así es como al final pudimos volver a subirnos al autobús, sin que la situación legal de mi canadiense cambiase en absoluto pero con un papel TAMAÑO FOLIO grapado y doblado dentro del pasaporte. Eso sí, antes de hacer nada tenemos que llamar a inmigración para asegurarnos de que, efectivamente, con ese papel se puede crizar la frontera, no vaya a ser una trampa…
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