Manolito P2P y las denuncias por piratería

Hace mucho tiempo que estoy convencido de que a día de hoy vivimos los años dorados del pirateo. En serio, no creo que ninguno de nosotros piense que el mundo puede soportar este contínuo pasarse por el forro los derechos de autor sin consecuencias. O bien los autores, productores y distribuidores encuentran la fórmula para sacar tajada del tema descargas o bien las autoridades encuentran la fórmula para que la gente tema las consecuencias (sin dar por saco cuando uno comparte sus propias obras). O bien, en un acto totalmente inverosímil en la raza humana, triunfa la moralidad. Y de vez en cuando, pasan cosas que confirman mi idea. Por ejemplo, hace no mucho en El País salió publicada la noticia de que las discográficas reclaman 13 millones de euros a Manolito P2P.

Y la noticia es graciosa de narices no sólo por el nombre del programa en cuestión. Obviamente, la discusión se centra en si se puede culpar o no al creador del programa de lo que la gente haga con él. Es decir, no es culpa de Pablo Soto (creador del programa) que la gente lo use para descargar cosas protegidas por derechos de autor en vez de cosas legales. Sí, que la idea del programa es descargarte todo lo que no te apetece pagar (sobre todo porno), pero el programa no está única y específicamente diseñado para ello, así que es cosa del uso que cada uno haga de él. Esto es algo en lo que estamos todos de acuerdo salvo las discográficas y la maldita SGAE.

Pero lo mejor es la metáfora a través de la cuál discuten. Según Pablo, “es como si demandaran al fabricante de un cuchillo que sirvió para asesinar a alguien”. Bien, colega, estoy de acuerdo con tu punto de vista. Pero sinceramente, si yo me fuese a sentar delante de un Juez no compararía mi caso con un asesinato. No, por si acaso, no nos vayamos a liar. Yo habría usado más bien algo del tipo “es como si demandasen al fabricante de guantes de esos con los dedos de colores porque los usó un niño para robar un sugus para su hermano pequeño que tiene una horrible enfermedad terminal”. Todo ello dicho con ojitos de cordero degollado, claro.

¡Yo soy la víctima de todo esto!
¡Yo soy la víctima de todo esto!

Y la respuesta de los abogados de las todopoderosas compañías no se queda atrás en absoluto: “Soto es el que fabrica y publicita cuchillos que sirven exclusivamente para matar. En mi opinión, algo de responsabilidad debe tener.” Ojo, punto de vista que también entiendo, salvo porque dudo mucho que el señor Soto haya sido tan memo de publicitar sus programas como instrumentos de pirateo. Habrá usado fórmulas como “compartir archivos” e “intercambio P2P” (si me equivoco, que alguien me corrija). Pero lo que me mola es su idea. Éstos no han visto nunca la teletienda. Ahí publicitan cuchillos que cortan tuberías, así que en todos los casos de corte de tuberías al vecino por jorobar, la teletienda debería aparecer como imputada. Y cada vez que alguien me estropee una camiseta firmando con un rotulador indeleble se van a cagar los fabricantes. Y por cada capítulo de McGiver y del Equipo A, ni te cuento.


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