Ayer, por tercera vez en mi calcetinística vida, tuve la suerte de ir a ver a Tricile. Sinceramente, se me ocurren pocas formas mejores de empezar el año, porque durante la hora y media que duró no paré de reírme como un poseso y como un posaquello.
Al principio hubo una cosa que me sorprendió y que se convertiría en la marca de “Garrick”, el espectáculo con el que están haciendo ahora las delicias del mundo: había muchas palabras. Quiero decir, Tricicle es famoso por que hacen humor sin decir absolutamente nada, sólo con los gestos, las caras y los gruñidos necesarios. Pero en éste había mucha narración (en voz en off) para guiar la cosa, sobre todo al principio en los sketchs decían muchas cosas que antes solventaban con sonidos incomprensibles (como “hola, venga ya, a tomar por culo…”). Incluso había un vídeo (eso sí, buenísimo) y, pásmate, cantaron al principio y al final.
Eso y el primer sketch (el del museo) me estaban defraudando un poco. No es que fuesen malos, es que no me estaba riendo tanto como otras veces. Además, de no decir una palabra y reírte sólo con sus caras a tener un narrador y llevar caretas, hay mucha diferencia. Por suerte lo de las caretas sólo era para el primer sketch, y luego recuperaron su nivel habitual durante mucho rato: el sketch del ascensor o el del jinete fueron deliciosos.
Pero yo seguía con la mosca detrás de la oreja con el narrador, un tío que me sobraba totalmente porque lo gracioso no era él. Hasta que, de repente, apareció el sketch del cuento, en el que el narrador iba narrando un “típico” cuento infantil (quieras que no aparecen todos los personajes de los cuentos) mientras los componentes de Tricicle lo iban representando, uno con gestos y el otro haciendo los efectos de sonido. Sólo con eso dejé de odiar a los narradores del mundo entero.
Así que no puedo por menos que recomendar este espectáculo de Tricile, pues aunque creo que me reí un poco menos que otras veces (claro, que la primera fue el especial 20 años con los 20 mejores sketches y creí que moría de la risa) volvieron a hacer que el tiempo pasase volao, quizá porque cuando te ríes tanto se te olvida mirar el reloj. Además, siguen con su costumbre de terminar en la puerta del teatro dando la mano al público que va saliendo, y eso para mí es un detallazo.
Qué cuernos, yo recomiendo cualquier cosa que tenga que ver con Tricicle… ¿Por qué dejarían de emitir Choooof!?
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