La universidad holandesa tiene detalles molones, como una organización de estudiantes que realmente hace actividades y cosas guachis. Normalmente no me dicen gran cosa, pero la actividad “visita al cuartel general de la OTAN” sí es algo que me pareció dignode hacer: convertirme, probablemente, en el primer calcetín que se cuela en semejante institución. Y no fue algo fácil.
Para empezar, tuvimos que levantarnos temprano por primera vez en un mes (entre exámenes, semana de recuperaciones, semana de proyectos y demás no habíamos tenido muchas clases últimamente), aunque siendo sinceros ese día nos tocaba volver a clase a las 8:45 así que en realidad nos levantamos más tarde de lo que nos habría tocado. Ojo, que no por ello deja de ser molesto madrugar, sea cual sea el motivo y lo que haya pasado la semana anterior.
Luego nos subimos al autobús para ir desde La Haya a Bruselas. Obviamente la mayor parte del tiempo dormidos, aunque siempre hay tiempo para hacer letreros de “artistaaaaaa!!” para intentar conseguir que los lean los camioneros españoles a los que adelanta el autobús, decir cosas del tipo “hasta Bruselas por carretera tres horas es un carajo” y comerse algún bocata.
Pero cuando vas a visitar la OTAN la verdadera odisea empieza cuando el autobús entra en el parking del NATO HQ (Cuartel General de la OTAN, para los monolingües). A nosotros ya nos habían avisado que teníamos que llevar el pasaporte, que no podríamos entrar con cámaras y todas esas cosas. Lo que no sabíamos era que a la puerta del autobús se iba a poner un maromo (no un militar, sino una empresa de seguridad privada) con una pistola a comprobar las identificaciones y ponerte ya una chapita de “Visitor”. Además, ese mismo maromo ”recomendaba” dejar todo en el autobús, no sólo las cámaras sino también los móviles, las mochilas, las sudaderas… al menos nos tranquilizaba una cosa: si alguien es capaz de robar en un autobús en el parking del NATO HQ apaga y vámonos.
Aunque el maromo no dijo nada de los calcetines con botones por ojos, yo iba acojonado metido en un bolsillo. Al llegar al control de seguridad (el de los arcos detectores de metales) los de la OTAN hacen que te quites absolutamente todo. Se hace raro dado que hay una mesa cutre, una garita cutre y unas bandejas cutres… pero lo de “cutre” es sólo lo que quieren que pienses. Los arcos detectan hasta un boli Bic, que aunque es de cristal (si escribe normal… pero vamos, que es plástico) la punta tiene metal. Y por supuesto todo lo que te quitas va a unas bandejas de madera (súper-cutres) que pasaban por un escáner con pinta mucho más chunga que los de los aeropuertos. Gracias a Dios no me metí ahí, porque seguro que la radioactividad me habría dejado estéril a mí y a todo el que se me acercase durante un año.
Tanta seguridad nos daba miedo. Si mi cacho-carne se quitaba el cinturón y se demostraba su teoría de que con esos pantalones necesita llevarlo, podía darse el caso de que se quedase en gayumbos delante de un tío armado, en la puerta del NATO HQ y con un calcetín con ojos en el bolsillo de la sudadera. Una perspectiva graciosa, a la par que poco agradable, que nos ahorramos. Los pantalones aguantaron en su sitio y gracias a que mis botones son de maderita y no de metal, pudimos pasar y esperar a que el escáner diese el visto bueno al cuaderno y al boli. Lo malo, obviamente, que no hay fotos para corroborarlo.
Pasada esta prueba pudimos dirigirnos al interior del NATO HQ. Un edificio cutrísimo (¿o eso es lo que quieren que pensemos?), con aspecto de hospital construido hace treinta años. Y aunque sabíamos que no íbamos a ver ningún caza, tanque o el momento en que deciden cargarse un país, esperábamos ver algo más que la sala de prensa y la cafetería. Lo único interesante es que más de la mitad de la gente iba uniformada y llena de condecoraciones, pero poco más.
A lo que sí pudimos asistir fue a una sesión de marketing por parte de la OTAN. Veréis, a la vez que nosotros iban otras tres universidades holandesas. Así que los que nos conferenciaban eran miembros de la delegación de Los Países Bajos, y las preguntas interesantes (las de las otras universidades) y estúpidas (las de los holandeses de nuestra universidad… los alumnos de intercambio jugábamos al ahorcado) estaban relacionadas con Los Países Bajos, con sus decisiones… etc.
Y el problema es que las respuestas acababan derivando en que la OTAN es la organización más democrática que hay (claro, comparada con el consejo de seguridad de la ONU donde mandan cinco… así resulta democrático hasta el Betis de Lopera), en lo necesario y bueno que es tener soldaditos por el mundo y en lo cabrones que son los países que dicen “vale, hay que hacer algo” pero luego reducen los presupuestos militares y pasan de mandar gente a morir en el desierto porque a Bush se le ha ido de las manos el tema. Y por Dios cómo se van a ir de Afganistán e Iraq en las fechas previstas, si lo tienen todo empantanado que da asco verlo por culpa del demonio (y ellos son el anti-demonio allí donde están). Y esto sí es lo que quieren que pensemos. Lo que sí me sorprendió gratamente es saber que la base de la OTAN (cualquier ataque contra un miembro supone un ataque contra todos) sólo se ha invocado una vez: tras el 11-S. Significa que el resto de las veces han hecho lo que han hecho por cualquier otro motivo que se han encontrado, y que no lo niegan.
Por lo demás, como buenos españoles nos llevamos todo lo gratuito, desde bolígrafos y cuadernitos hasta películas, manuales, planes de emergencia y dossieres sobre misiones activas. En inglés, francés, finlandés o lo que fuese, que para algo era gratis. Y disfrutamos de un paseíto por Bruselas, que como ya dije es una ciudad que me encanta.
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