Hoy es el día de las elecciones en España. Para los que leéis este blog desde tan hermoso y calentito país eso no es ninguna noticia ni tiene ningún misterio, pero para los que no estamos en casa es diferente. Para empezar, nos hemos ahorrado los anuncios electorales y toda la campaña.
Pues bien, votar es importante. Es el proceso gracias al cual se escoge al tipo o tipa que va a tomar decisiones por ti durante cuatro años. Y no decisiones del tipo “pollo o merluza”, sino decisiones del tipo “qué hacemos con estos 400.000 millones de euros que tenemos aquí”, así que no es algo que se pueda dejar a cualquiera. Es importante que cada uno votemos a quien pensamos que está más preparado o tiene mejores ideas para esos 400.000 millones, o sus decisiones se parecen más a las que nosotros mismos tomaríamos.
Votar es tan importante que es uno de nuestros Derechos Constitucionales, que viene a significar que no te lo pueden quitar por nada del mundo. Resulta, además, que eres totalmente libre de votar a quien quieras o incluso pasar de votar, aunque esa opción ya he dicho que no es buena dada la diferencia entre poner a tomar decisiones a una persona cabal o a un mono con los ojos vendados. Y como es un Derecho Constitucional, y es algo la mar de importante y es la fiesta de la democracia, si no estás en casa se puede votar por correo.
Así que hace un mes fuimos al Consulado a registrarnos para votar. Ya joroba tener la Embajada a 10 minutos en bici y que te hagan ir hasta Ámsterdam al Consulado, pero (todo sea por la democracia) allí que fuimos. Ésta era la primera parte del proceso, que se convirtió en un pequeño viaje a España y un reencuentro con nuestra burocracia:
-Nosotros: Hola, veníamos a registrarnos para poder votar.
-Hermes: Joé, un poco más y ya no llegáis, que cerramos a las 14:00
–>Bien, puntualicemos: nosotros llegamos al consulado a las 13:10, y esta conversación se produjo a las 13:27. Eso significa que, pese a la cola, aún nos sobraba media hora entera. Pero el buen burócrata español es capaz de ir mucho más lejos, y mientras rellenábamos nuestros papeles se produjo esta conversación entre el burócrata y una compatriota:
-Compatriota (con voz miedosa): Hola, mira, vine ayer desde España y justo antes de llegar al aeropuerto me robaron la cartera. Me dejaron volar sin pasaporte ni D.N.I., sólo con la denuncia, pero ahora tengo miedo de que aquí no me dejen coger el avión de vuelta.
-Hermes (con voz de fastidio): ¿Qué día te vas?
-Compatriota: El lunes a primera hora.
–>Puntualicemos otra vez: era viernes, y el consulado español obviamente no abre sábado y domingo, con lo que la chica tenía que arreglar el asunto en ese mismo momento bajo amenaza de no poder volver a casa. Por eso estaba en el lugar adecuado, el Consulado de tu país, donde te ayudan e incluso puedes refugiarte en caso de guerra.
-Hermes: Bueeeeno pues a ver, ¿has traído dos fotos?
-Compatriota: No, lo siento.
-Hermes: ¡Puf! Pues sin dos fotos no puedo hacer nada. ¡Y a las dos cierro!
Como podéis imaginar, la chica se quedó blanca y sin voz. Leyendo entre líneas, su propio Consulado le estaba diciendo que le importaba un carajo que se quedase encerrada en un país extranjero y no pudiese volver a casa, porque el burócrata en 25 minutos se iba a la suya a comer.
Pero, volviendo a nosotros, rellenamos lo que se nos pedía y entonces tocó, como no podía ser de otra forma, ir a otra ventanilla. Ésta estaba en la parte de oficinas y despachos, así que tuvimos que pasar por un detector de metales que pitó a rabiar mientras el guardia de seguridad nos miraba. Como él no venía a decirnos cosas como “si lleváis algún arma con el que cargaros al Cónsul hacedme el favor de dejadla en la bandeja” fuimos nosotros a él para preguntarle cómo llegar a nuestra ventanilla:
-Nosotros: Hola, buenos días. Estamos buscando a Merche.
-Guardia de seguridad: Pues la puerta del fondo a la derecha.
Pese a lo que pensamos todos con semejante indicación, el despacho de Merche no es el cuarto de baño. Y vamos a obviar el hecho de que puedas llegar al consulado, pasar pitando por los detectores de metales, preguntar por el despacho de alguien y que nadie te ponga el más mínimo problema, te pregunte algo o te haga un registro para ver por qué cuernos a pitado el detector. Nos centramos en el hecho de que encontramos a Merche, rellenamos otros cuantos papeles y nos dieron papeles con instrucciones para estar plenamente preparados cuando el gran momento de la fiesta de la democracia llegase.
Antes del 6 de marzo teníamos que mandar nuestro voto. Para eso, Correos y Telégrafos, aprovechando los datos que el Consulado les pasase, nos mandaría una carta certificada y TNT (Correos y Telégrafos de Holanda) nos dejaría un papelito amarillo en el buzón para que fuésemos a buscarla. Entonces meteríamos la papeleta de nuestra elección en un sobre y lo enviaríamos certificado (pagando 7’50 por ejercer tu Derecho Constitucional, aunque se supone que luego te los devuelven), y así habríamos participado en la fiesta de la democracia. Pues bien, y aquí está lo interesante de este artículo, nada de eso pasó.
Todos nuestros compatriotas Erasmus fueron recibiendo su papel amarillo, salvo tres de nosotros. Nos sentíamos como si a todo el mundo le llegase la invitación para una fiesta (la de la democracia) salvo a nosotros, que nos quedaríamos en casa mientras los demás se iban a emborrachar y bailar y pasárselo chachi en la fiesta. Entonces una chica nos dijo que a ella tampoco le había llegado, así que fue a su oficina de TNT y les hizo buscar la carta y allí la tenían. El día 5, fecha límite para enviar el voto, fuimos a nuestra oficina de TNT.
-Nosotros: Hola, buenos días. Mire resulta que nos tenía que haber llegado una carta certificada desde España, pero no ha llegado. Es para votar en las elecciones, así que queríamos saber si la tienen aquí.
-Holandés rancio: ¿Y el papel amarillo?
-Nosotros: Que no nos ha llegado, por eso veníamos.
-Holandés rancio: El cartero tiene que dejaros el papel amarillo, y entonces venís.
-Nosotros: Ya, pero que no nos ha llegado. A una amiga le pasó lo mismo, vino a preguntar y se la dieron.
-Holandés rancio: Porque tendría el papel amarillo.
-Nosotros: Que no, que no le llegó tampoco el papel amarillo.
-Holandés rancio: Entonces no le darían la carta.
-Nosotros: Que sí.
-Holandés rancio: Que no.
-Nosotros: Que de verdad que sí. ¿Podría comprobarlo, por favor?
-Holandés rancio: Puedo, pero si no os ha llegado el papel amarillo es que no hay carta.
-Nosotros: Si nos hace el favor de comprobarlo…
Como podéis imaginar, no estaba la carta. O al menos eso nos dijo el tipo tras estar 15 segundos detrás de una puerta. En definitiva, esta es la primera vez desde que cumplí la mayoría de edad que no voy a votar. Así que espero que todo el resto del mundo lo haga, disfrute de la fiesta de la democracia y ayude a que España siga siendo el pequeño bastión de la Izquierda en una Europa donde una Derecha peligrosamente extremizada se está imponiendo en los últimos procesos electorales de todos los países.
Aún ahora, cuando me han robado un Derecho Consitucional y voy a escribir a los periódicos y llamar al consulado para ponerles a parir, viva la democracia, cojones.
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