Hace casi cinco años os presenté a Rob Ford, el Jesús Gil de Toronto. Y lo que ahora parece incluso más interesate, en aquel post también os presenté, de refilón, a su hermano Doug:
Si a eso le sumas que Doug Ford, hermano de Rob y actual miembro del Consejo del Ayuntamiento de Toronto (y que huele a candidato para las próximas elecciones), al parecer vendía hachís en sus años mozos creo que ya os hacéis una idea de la familia.
Bueno, pues al final Rob Ford decidió presentarse a aquellas elecciones de alcalde de Toronto de 2014 él mismo. Sí, después de todo el tema del vídeo en el que salía fumando crack y todo lo que salió a la luz con esa investigación. Pero dos meses antes de las elecciones anunció que se retiraba de la carrera electoral porque le habían encontrado un tumor, y ahí es donde Doug Ford tomó el relevo y nadie notó la diferencia. Las elecciones las ganó John Tory, pero tanto Rob como Doug sacaron su puesto de concejal. Sí, después del tema del vídeo y tal.
En marzo de 2016 el cáncer fue más terco que Rob Ford. Pese a que no era del todo inesperado, Toronto tuvo un momento de shock bastante gordo. Sobretodo cuando Doug, en pleno momento de luto, estuvo en el funeral dando manos y haciéndose selfies como si estuviese en un evento de la campaña electoral en vez de dándole el último adiós a su hermano. Pero no estaba de campaña… ¿o sí?
Saltamos a 2018, año en que tocan elecciones al Gobierno de la provincia de Ontario, con tres contendientes principales:
- Kathleen Wynn, del Liberal Party (centro-izquierda y partido en el poder)
- Andrea Horwath, del New Democratic Party (NDP, y un poco a la izquierda del Liberal Party)
- Patrick Brown, del Progressive Conservative Party (PC, la derecha)
Kathleen y los liberales llegaban a las elecciones con todo muy cuesta arriba. Llevaban quince años en el poder y eso quema, sobre todo cuando has tomado algunas decisiones bastante chungas (como privatizar la compañía electrica de la provincia, perdiendo dinero a lo bestia mientras sube el precio de la luz). Además, la gente al menos en Toronto tiene muy cruzada a Kathleen Wynne. No sólo por el tema político, sino de esto que cae mal porque cae mal, un poco como Hillary Clinton en Estados Unidos. Y ojo, que la señora tiene una vida la mar de interesante y fue la primera mujer en llegar a premier de Ontario y la primera persona abiertamente homosexual en ser premier en todo Canadá.
Pero entre eso, y que como siempre el voto de la izquierda está dividido (aquí entre el Partido Liberal y el NDP), los que llegaban muy fuertes eran los del PC. De hecho, habrían ganado alguna vez antes si no hubiesen sido tanto de tener candidatos de meter la pata y abrir la boca cuando no debían. Pero esta vez Patrick Brown llegaba con todo controlado. Un político de derechas sin más, que ni fú ni fá, que no decía una palabra de más en las entrevistas ni se metía en los temas polémicos que siempre le cuestan votos a la derecha (aborto y cosas así). Básicamente, su campaña y pre-campaña consistía en no cagarla.
Pues en medio de todo el lío de Harvey Weinstein y #MeToo, seis meses antes de las elecciones de Ontario, le acusan de comportamiento sexual inapropiado.
A partir de ahí el PC entró en modo pánico total. No estaba claro si Patrick Brown iba a dimitir, si le iban a quitar de en medio, o si iban a conseguir salvar la situación. Con sólo seis meses para las elecciones no tenían mucho tiempo para buscar y moldear a otro candidato, y Patrick tampoco parecía muy por la labor de irse… pero al final decidieron cortar por lo sano y, en un movimiento político de difícil calificación, tachán tachán, votaron a Doug Ford líder del partido y candidato para las elecciones. Que parecía una locura, pero que habiendo visto a Rob Ford ganar de calle y tras ver a Donald Trump llegar a presidente de Estados Unidos pues lo mismo pensaron que de perdidos al río.
Así llegamos al último mes, donde ya estaban todos de campaña de verdad, con sondeos en los periódicos cada tres días y las cosas cambiando a toda velocidad. Al principio Doug iba a ganar de calle, luego con los debates la gente se dió cuenta de que el NDP estaba ahí y Andrea Horwath era la nueva estrella. La presentación de los programas también tuvo tela: el de los Liberales porque ya la gente pasaba de ellos, el del NDP porque cometieron un errorcillo de contabilidad de 1,000 milones de dólares, y el del PC porque llegaron a los debates sin tener todavía escrito un programa (lo arreglaron rápido con una propuesta de «cervezas a un dolar, porque ya está bien de exprimir a los trabajadores»). Vamos, que cada semana la cosa subía y bajaba.
Excepto para los Liberales, que esos sólo bajaban. Hasta el punto de que el domingo antes de las elecciones Kathleen dió una rueda de prensa para decir «que si el problema soy yo vale, pero por lo que más queráis no votéis a Doug Ford». Aceptaba la derrota antes de ir a las urnas, pero pedía a la gente que votase estratégicamente para que ni el NDP ni el PC tuviesen una mayoría absoluta. No tengo claro del todo si era sólo para salvar lo más posible de la quema (los sondeos decían que iban a sacar tan pocos votos que hasta perdían el título de partido oficial), pero si os digo que se quedó todo el mundo a cuadros.
Después de semejante bomba nos quedamos con dos candidatos (Horwath y Ford) y cinco días para las elecciones. Ya se les habían acabado las cosas que echarse en cara, pero para animar la recta final tres días antes de ir a votar, la viuda de Rob Ford va y acusa al candidato Doug Ford de haberle robado millones de dólares a ella y a sus hijos, y de haber llevado a la empresa familiar a la ruina. Por supuesto Doug y sus madre (literalmente) lo niegan todo, acusando a la mujer de ser adicta y mentirosa, y aseguran que Doug se ha partido el espinazo durante quince años para cuidarla y protegerla (también literal). Que para los votantes de la familia Ford seguramente este tema no cambia nada, pero que como candidato no es de lo que quieres estar hablando dos días antes de las elecciones sobre todo porque de Horwath no ha salido ningún marrón en toda la campaña. Ni un video robando unas cremas anti-edad en el Eroski ni nada.
Así llegamos al jueves 7 de junio, mi primera vez votando como ciudadano canadiense. Cosa importante pero completamente irrelevante para esta historia, pero que mola y había que decirlo. Y mientras cenábamos con unos amigos, cerraron los colegios electorales y como está todo automatizado en plan democracia del siglo veintiuno, antes del postre sabíamos el resultado: mayoría absoluta de Doug Ford.
Lo que significa que seguramente dentro de unos meses os estaré contando la historia de una nueva investigación policial escabrosa a la par que cutrilla, y quejándome de los políticos que me tocan. Sólo espero que sea antes de que le de tiempo de cumplir sus promesas de cargarse la sanidad y la educación.
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