Tras varios años de estudiar a la familia y amigos de mi cacho-carne tengo una idea bastante clara de en qué consiste la Semana Santa en España, y la verdad es que nunca la he considerado una de esas celebraciones típicamente familiares. Sí, es un buen momento para reunirse, pero parece aún mejor momento para irse a la playa o de viajecito por Europa. Excluyendo a los fans de la versión conservadora, con las procesiones y fervor religioso que lo mismo sirven para impresionar a los guiris que desquiciarte cuando estás buscando una farmacia, parece que los españoles que se reúnen con la familia en Semana Santa son aquellos que no han podido irse de puente o que no saben hacer sus propias torrijas.
Pero resulta que en Canadá Semana Santa es como una Navidad reloaded, y en vez de irse a la playa los canadienses (al menos con los que tengo contacto) tienen por costumbre juntarse con la familia para cenar. Lo que, dicho sea de paso, es un poco jodienda ahora que vivimos a 7 horas en coche y $500 por persona en tren o avión del miembro familiar más cercano. El caso es que, al más puro estilo navideño, la cena consiste en un buen atracón y seguramente hay langostinos y Gula del Norte en las casas bien. También me han dicho que en otras familias la tradición es hacer un brunch, y tengo que reconocer que si mi abuela preparase un brunch de celebración familiar por Semana Santa no habría playa ni viajecito ni nada que se interpusiese entre esa cantidad bíblica de croquetas y yo.
Aparte de las comilonas con la familia, el otro punto fuerte de la semana santa canadiense es el Easter Bunny. La historia es que un conejo viene por Pascua y esconde huevos de chocolate, así que se trata de encontrar los huevos y ponerse hasta las cejas de chocolate. Y aunque esto parece no tener mucho que ver con Navidad (mayormente nada, o se me deben años de huevos de chocolate) resulta que el conejo también deja regalos a los niños. Por si alguien sigue sin cogerlo, imaginaos al conejo gordo, vestido de rojo y diciendo «ho, ho, ho» (para los que no habláis inglés: jo, jo jo) .
Lo que no sé es qué Biblia se han leído por aquí, porque no me imagino a Cristo resucitando para buscar huevos de chocolate por casa. Aunque quizá la pregunta sea qué Biblia nos mandaron a España, porque mi experiencia semana santil en Holanda también estuvo marcada por el chocolate. Eso sí, se ve que lo de buscar huevos no llena mucho tiempo y aquí sólo es fiesta el Viernes Santo, y a lo mejor el Lunes de Pascua si tu empresa mola, mientras lo de las procesiones te llena también el Jueves. En cualquier caso, lo del chocolate es perfectamente compatible con cualquier otro, así que no entiendo esa manía de copiar Halloween y dejar pasar este tema. Ojo, que también reconozco que yo lo quiero todo: viajecito, huevos de chocolate, torrijas, una semana de vacaciones, y comilona con la familia. Y hasta pelis de romanos, si me apuras.
Quienes seguís este blog porque os interesa la vida de mi cacho-carne querréis saber qué hemos hecho nosotros por Semana Santa. Como decía antes, ir a visitar a nuestras familias cercanas en Vermont o Val-David no parecía buen plan porque con sólo tres días de vacaciones (desventajas de no seguir siendo un parásito social) es una paliza de viaje. Y económicamente era una declaración de guerra a nuestro presupuesto porque en dos semanas nos vamos de vacaciones a Honduras (ventajas de no seguir siendo un parásito social), que después de dos años ya nos toca hacer un viaje y celebrar lo de inmigración, lo del trabajo y haber sobrevivido a todo esto. Así que este año nos hemos quedado en Toronto, pero como tenemos amigos que te cagas no hemos tenido que quedarnos en casa viendo series en el ordenador.
El Viernes Santo la familia de nuestros amiguetes Dan y Calina nos acogió una vez más como hijos adoptivos y nos invitaron a su comilona particular. Tratándose de una familia italiana que se dedica a la importación de comida, os podéis imaginar que parecía que Cristo había multiplicado el Mercamadrid entero. Por cierto, que sí que había langostinos (y gigantescos), pero no había Gula del Norte. Después de eso, completamente imbuidos del espíritu religioso semana santil, jugamos una partida de Conquistadores del Catán y luego nos fuimos a la bolera. No sé vosotros, pero yo ahí veo el nacimiento de un par de buenas tradiciones.
Para terminar, aprovechando que por diferentes motivos socioeconómicos mi grupo de amigos está bien disperso por el mundo, pregunto: ¿Qué habéis hecho vosotros por Semana Santa este año? ¿Cuál es la costumbre allá donde quiera que estéis?
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