Con casi treinta años he ido por primera vez en mi vida a una tienda de bicis para comprarme una bicicleta completamente nueva. Todas las demás bicicletas que he tenido (y no han sido pocas, por una razón o por otra…) han sido siempre de segunda mano o más. Salvo la primera que tuve, una mountain bike que me trajeron los Reyes Magos y que salió tan buena que por ahí sigue. La otra con la que dudo es la bicicleta en la que aprendí a montar con ruedines en la plaza que hay enfrente de El Corte Inglés de Serrano (por entonces un Galerías Preciados, creo), aunque imagino que fue primero de mi hermano. O eso o mi hermano aprendió a montar sin bicicleta.
Pero volviendo al presente, quiero dejar claro que a mi bici no le pasaba nada, y que yo soy muy fan de comprar cosas usadas por la pasta que te ahorras y por sentirme un poco menos consumista reciclando lo que otros no quieren. Además la tenía un cariño especial por todo el tiempo que he pasado en Bike Pirates haciéndole arreglos para convertirla en una auténtica vintage single speed road bike, que es lo que les mola a los hipsters de Toronto. De hecho puede que sea la bici con la que más kilómetros he hecho, a base de ir al trabajo todos los días.
El único inconveniente es que el cuadro era ligeramente grande para mí, como cuando éramos pequeños y cogíamos la bici de carreras del abuelo. Eso y que en los últimos meses me he desencantado un poco con Bike Pirates y tampoco tengo tanto tiempo como antes, así que lo de ponerle frenos nuevos se había quedado pendiente. Que la bici frenaba bien, como bien le he explicado al majete al que se la he vendido, lo que pasa es que ver todos los días los frenos viejunos recordándome que me había prometido arreglarlos ya me estaba sacando de quicio.
Pero lo verdaderamente importante es que cuando empecé a buscar otro trabajo sabía que estaba abriendo la caja de Pandora y que lo mismo me pasaba seis meses en ese círculo vicioso de buscar ofertas, enviar curriculums, hacer alguna entrevista que se queda en nada, buscar más ofertas, enviar más curriculums, llegar hasta la cuarta entrevista en una empresa para que al final no te cojan… y vuelta a buscar más ofertas. Así que para animarme a mí mismo me dije que el primer sueldo de mi nuevo trabajo lo iba a invertir en regalarme una bici para celebrarlo, por mi trigésimo cumpleaños y porque sí. Y lo mismo la motivación ayudó a que me saliese en las entrevistas y me cogieran en el primer sitio donde envié el curriculum, que al final me he ganado la bici en un par de meses.
En cualquier caso, aquí está el resultado:
Tampoco os creáis que he tirado la casa por la ventana, que sigue siendo una bici de las baratillas ($550). Pero tras dos años bicicleteando por Toronto creo que es exactamente lo que necesito para ir y venir del trabajo: una bici sencilla, de calidad decorosa, de mi tamaño (ahora estoy tan poco acostumbrado que de cómodo me parece hasta raro) y de un precio que si me la roban me va a doler pero no voy a tirarme al vacío desde lo alto de la CN Tower.
Los que tenéis ojo biciclistico habréis visto que es, como su predecesora, una single speed. Antes de que me insultéis muy fuerte y me preguntéis si también prefiero un coche de caballos en vez de uno a motor dejadme que os lo explique: para ir por una ciudad relativamente llana no hace falta más, y te ahorras muchos dolores de cabeza al no tener que hacer el mantenimiento de los cambios porque siempre hay un cable o un tornillito que se desajusta un par de milímetros y da mucho por saco.
Pero tranquilos, que de momento sin haber caído tan bajo como para usar una fixie. De hecho con esta bici sólo tengo que darle la vuelta a la rueda de atrás para pasar de single speed a fixie, pero me niego. Y por el bien de mi reputación espero aguantar, porque lo siguiente es dejarse bigote y ponerse gafas de pasta más grandes que la cabeza.
Aparte de precio, sencillez y tamaño, la otra cosa decisiva para mí era poder poner el soporte para las alforjas, y es lo queconvirtió a esta bici en ganadora en cuanto la vi porque parece que la combinación single speed con alforjas no está de moda. Y no lo entiendo, porque es muchísimo más cómodo que llevar una mochila… sobre todo porque para ir al trabajo es más elegante no llegar con la espalda empapada en sudorazo.
Y vamos, que estoy como un niño con bicicleta nueva. Es curioso que antes la bicicleta era sinónimo de ocio sin más y ahora es básicamente un medio de transporte, pero aquí estoy buscando excusas y ofreciéndome a hacer recados sólo para dar una vuelta. Lo único que me falta es ponerle nombre para que entre de lleno en el salón de la fama de mis bicicletas junto con La Lombarda, Dutchi, Mounti y Firefly. La idea es que sea algo relacionado con Toronto o con el nuevo trabajo. ¿Alguna sugerencia?
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