Una de las mejores formas de diferenciar entre un torontoniano de pura cepa y cualquier otra persona es ponernos un mapache delante: el torontoniano dirá que es el mal, los demás diremos que mola. Porque pese a saber que los mapaches son como ratas del tamaño de perros con la mala hostia de gatos y la inteligencia de un mono listo, para los que no somos de aquí los mapaches molan aunque intenten robarte la bici.
Por eso cuando me encontré en el Toronto Star (un periódico serio) un artículo con el suculento título «10 razones por las que los mapaches podrían dominar el mundo» me alegré de ver que todavía hay esperanza y un poco de amor por estos animales en Toronto. Basta decir que en el artículo describen a los mapaches como «Evolutionary wonders» (maravillas evolutivas).
En cualquier caso, entre lo que he aprendido en ese artículo y mi propia experiencia, aquí van las cinco cosas que más molan de los mapaches de Toronto:
1) Su capacidad para resolver problemas complejos
En Toronto tenemos cubos de basura especiales para que los mapaches no puedan abrirlos. Lo que pasa es que sólo funciona hasta que aprenden a abrirlos (y se les da mucho mejor que a mí el cubo de Rubik), y entonces hay que llamar a los ingenieros para que inventen un cubo nuevo. Hace unas semanas el ayuntamiento presentó lo ultimísimo en seguridad basuril anti-mapache. No sé cuánto tardarán los mapaches en hackearlo, pero sólo por el vídeo de presentación ya me parece que se han gastado bien mis impuestos.
2) El antifaz
Nunca en mi vida he visto a un ladrón llevar antifaz. Navajas y jeringuillas, sí. Incluso ojeras. Pero nada de antifaz. Así que no sé muy bien por qué tenemos esa imagen de los ladrones, pero le va a la perfección a los mapaches porque son casi como ninjas y les gusta robarte, sobre todo cuando estás de camping y dejas de mirar la comida un momentillo.
3) Las manos
Parte de la magia de los mapaches está en sus manos. Para empezar, no tienen pulgares oponibles pero aun así son capaces de coger cosas, abrir tarros y hacer las cosas típicas que se hacen con pulgarse oponibles. Pero eso no es nada, porque resulta que gracias a unos pelillos pueden identificar cosas con las manos sin llegar a tocarlas. Vamos, que los mapaches pueden ver con las manos…
4) Son gordos
Esto es típico de los mapaches de Toronto, y es lo que los hace más inofensivos, más graciosos y a la vez más asquerosos. Un mapache normal puede nadar durante horas, y correr a velocidades de hasta 24km/h. Pero el mapache de Toronto intentando correr se parece mucho a Jesús Gil jugando al fútbol. Así que cuando te los cruzas y les da por huir te puedes reir un rato con ese momento que tienen de «soy demasiado gordo para correr y subirme a ese árbol, pero lo voy a intentar».
5) Se paran a pensar
Y con esto quiero decir que el mapache Torontoniano no sale corriendo cuando te acercas, como hacen las ardillas. No. El mapache se espera a ver qué haces, para dónde tiras y si tienes algún interés en darle una patada. También se plantean si llevarás un bocatilla en el bolsillo que puedan robarte. Y después de sopesar varias opciones, entonces decide qué hacer. Ojo, este proceso mental puede ser consecuencia de lo de ser gordos y no poder huir de manera eficaz… evolutionary wonders, que se dice.
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