El mes de octubre ha sido especialmente duro para nosotros. Se han juntado el inicio del frío canadiense, los primeros días en los que el sol se pone a las seis y media de la tarde, y que en septiembre volvimos de un viaje estupendo a España y ya lo echamos de menos. Pero lo peor es que además el día seis de octubre nos saltó el aviso de que ya habíamos consumido el 75% de nuestra cutoa mensual de Internet, ¡y eso sí que es terrible!
En Canadá no hay tarifa plana, más que nada porque eso de ofrecer «ilimitado» es una mentira como la copa de un pino. Bueno, por eso y porque los canadienses son muy buenas personas y se dejan robar sistemáticamente por las empresas de telecomunicaciones, que todo el bacalao lo cortan entre dos que tienen el chiringuito muy bien montado y te sajan (Bell y Rogers). Pero ese es otro tema.
El caso es que nosotros tenemos un contrato que nos da 60GB de tráfico al mes a una velocidad bastante decente. En tres años que llevo aquí no hemos superado el límite ni una vez, y el aviso este del 75% sólo nos ha saltado algunos meses pero ya en la última semana. Ni siquiera en mi primer año aquí tuvimos problemas, pese a todo el Spotify y pelis que puede gastar un parásito social. Lógicamente lo primero que pensamos es que alguien nos estaba robando Internet, pero un estudio exhaustivo de nuestro uso día a día sacó a la luz a los verdaderos culpables: Netflix y la AppleTV.
Si alguna vez habéis visto el tamaño de los archivos de pelis que te puedes descargar de Internet, suelen estar en torno a 800MB o 1.5GB con una calidad ya bastante decente. Pues bien, si le dejas a Netflix escoger la calidad del streaming de video y Netflix se entera de que tienes una cosa tipo AppleTV, te manda los videos a una calidad de 3GB por hora. Es decir, una peli de duración normal son 5GB. La trilogía de El Señor de los Anillos, unos 20GB. Así que 60GB te duran diez días.
Obviamente al día siguiente ya habíamos arreglado la configuración de Netflix para evitar semejante sangría, pero aún teníamos por delante tres semanas en las que sobrevivir sin Internet. Sin poner Spotify en casa. Sin hacer maratones de episodios de The Good Wife. Sin pasar las horas muertas viendo videos chorras en YouTube. Sin llamar a España por Skype. Porque si hay algo a lo que me niego es a pagar extra por el Internet del mes, que como os podéis imaginar si te pasas de tu cuota te cobran el megabyte a precio de caviar sobre crujiente de dinosaurio con virutas de oro.
¿El resultado? Pues la verdad es que se me ha pasado bastante rápido. En vez de pagar por unos minutillos más de Netflix como un yonki me compré un libro que me ha dado horas y horas de entretenimiento y todavía me dura. En vez de aguantar despiertos por la noche para ver un episodio más de cualquier cosa, nos hemos ido a la cama pronto y los días nos han cundido mucho más. He tenido tiempo para sacar adelante proyectos como la nueva web de Españoles en Toronto (irónicamente para trabajar en diseño web no necesitas Internet, porque mucha parte del trabajo se hace en tu propio ordenador) o las reuniones para montar el Consejo de Residentes. Incluso nos hemos levantado pronto los fines de semana para ir a hacer cosas fuera de casa.
Y lo mejor de todo es que ahora tenemos acumulado un mes de series en las que tenemos que ponernos al día 🙂
Nota el autor: errr sí, un mes entero sin Internet… salvo por las ocho horas al día en el trabajo y el 3G en el móvil, se entiende.
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