La semana pasada fue de largo la más dura, en cuanto a clima se refiere, desde que vivo en Toronto. No es sólo que tuviese que salir a la calle mucho más de lo que buenamente acostumbro, es que fuera la temperatura se mantuvo en torno a -10ºC en las horas más calientes del día, que además fueron pocas. Como además el fin de semana anterior me pillé mi primer catarro del 2013 hubo algún día que incluso yendo vestido como todo un canuck se me metió el friaco en el cuerpo de mala manera. Así que he decidido engañarme a mí mismo pensando en el verano y las playas toronteñas. Que el invierno está muy bien y tiene sus cosas chulas, pero yo todavía no estoy del todo hecho a estas temperaturas… y a los que os da miedo enir en invierno os gustará ver que el verano toronteño está muy bien.
Además, aunque Toronto está a más de 500 kilómetros en línea recta del mar (habría que irse hasta las playas de Nueva York en el Atlántico) la ciudad está bien surtida de alternativas de agua dulce. Hay unas cuantas playas urbanas a las que puedo ir incluso andando, pero en un radio de unos 100 kilómetros tienes playas que en mi opinión están en bastante mejor estado. Y sí, las playas de lago no molan tanto como las del mar, y sobre todo uno echa de menos el olorcillo de la brisa marina y las olas… pero menos da el Manzanares.
Playas Urbanas
En este grupo me refiero a las playas que están en el centro de Toronto, tanto las del down town propiamente dicho como las que están a un viajecillo en metro.
Las playas del down town las conocemos muy bien porque un amiguete trabaja en la empresa que las ha diseñado. Ya se pueden disfrutar Sugar Beach y HtO, y sabemos que está en proyecto Whiskey Beach (no os dejéis engañar por el nombre, aquí el botellón está prohibido y todas estas playas están muy a la vista). Lo cierto es que más que playas son parquecillos aplayados, porque tienen arena, tumbonas y sombrillas (todo gratis y abierto) pero nada más. Tampoco puedes bañarte, porque además de estar en mitad de una megalópolis y sus desagües estas playas tienen delante nada menos que un aeropuerto, así que el agua está de todo menos cristalina.
Ya cogiendo el metro, pero todavía más o menos dentro del centro, hay playas como Woodbine Beaches. Aquí sí que ya está todo montado en plan playa con vestuarios, baños y duchas; y también tiene todo alrededor un parque de hierba con juegos, mesas de picnic y al menos un bar (también suele haber puestos de perritos calientes). Pero lo más conocido de esta playa es el club de volley playa Ashbridge Bay Beach, donde nosotros jugamos la primavera pasada una liga de seis semanas. No os dejéis engañar por la foto de arriba, que a la hora de jugar dábamos bastante pena incluso dentro del pobre nivel general de la liga, pero la verdad es que nos lo pasamos muy bien. Y menos mal, porque fue caro de narices: para jugar una vez por semana durante mes y medio cada jugador tuvo que soltar 70$, que se dice pronto para pagar por dos palos clavados en la arena, una pelota, una red y alguien apuntando los resultados.
En Woodbine, por cierto, el baño parece bastante más apetecible que en las playas urbanas. Como está más alejada del centro y sobre todo del auerpouerto el agua está bastante más limpia, y la propia forma de la playa favorece darse un chapuzón. Eso sí, nosotros ni lo intentamos porque a media tarde en primavera aquí todavía hace fresco.
Playas Alejadas
Pero si de verdad quieres una experiencia playera parecida a lo que acostumbramos en Europa, lo mejor es que busques en las playas más apartadas. Nosotros hemos probado dos bastante simpáticas.
A tiro de transporte público y andar un ratillo bajando una cuesta (a la vuelta nos entró la vagancia e hicimos autostop hasta la parada del autobús) hay una playa genial: Scarborough Bluffs. El sitio es agradable porque la playa está rodeada de un acantilado con bosquecillo (creo que puedes subir a darte una vuelta) y porque está en una de esas partes del lago donde no ves la otra orilla, así que bien podría ser el mar. Además está totalmente equipada con vestuarios, baños, puesto de helados y fuente de agua; y con un parque de hierba y arbolitos para dar sombra que es estupendo para comer y hacer el dominguero. Quizá ese sea el único inconveniente del sitio, que es demasiado bueno para hacer el dominguero y estaba a reventar. Y hablo de domingueros profesionales, de los que se llevan sillas, mesas, neverita, barbacoa y todo el resto del equipo… reconozco que me sentí como en España.
En Scarborough Bluffs hay también un puerto deportivo, para los que tenéis cantidades grotescas de dinero y os va ese rollo. De camino hay prácticamente que atraversarlo, pero la verdad es que una vez en la playa es fácil olvidarse de que está ahí. Y el agua se mantiene bastante limpia… se ve que a los que se lo pueden permitir les pone más tener un barco que salir a navegar.
Más lejos del alcance de los domingueros toronteños hay otras playas. Nosotros cogimos un día un coche con unos amiguetes y nos fuimos a Georgian Bay, unos 100km hacia el norte, para meternos en la Tiny Beach. No es que sea muy pequeña, es que es la playa de Tiny, una localidad de Ontario (esta sí, bastante enana). Aquí también hay una zona de bosquecillo para picnic (con mesas y todo, para que no tengas que traerte tu propia mesa), baños y demás elementos para dominguear. La playa en sí es un poco estrecha pero larguísima, estupenda para darse paseos. Tan metidos en el modo playa estábamos que no nos dimos cuenta de que estábamos achicharrándonos la piel, y luego nos pasamos una semana dándonos aloe vera y sufriendo. Y es que, además de que el sol aquí pega igual de duro, había un ligero vientecillo de ese que te hace sentir fresquito cuando en realidad te estás friendo… aunque tampoco ayudó que en vez de agua nos llevamos cervezas y, como todos sabemos a estas alturas, el alcohol deshidrata.
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