Hoy me he encontrado con esta temible noticia en la web de RTVE: La hora atómica podría hacer desaparecer el tiempo GMT. Por uno de esos desequilibrios mentales que tenemos los calcetines, al leer lo de la hora atómica he pensado inmediatamente en un programa de Leticia Sabater que se había ido de madre y, a base de convertir el cerebro de toda una generación en meginge de vaca loca, está poniendo en riesgo la percepción espacio-temporal de la humanidad. Ya he dicho que la noticia me ha pillado con el pie izquierdo.
Pero resulta que el tema es bastante serio y la siguiente cosa más preocupante después de lo de Leticia Sabater: se están planteando cambiar la base del sistema horario de todo el planeta. Como bien sabemos todos, la llamada «hora cero» la marca el meridiano de Greenwich, de ahí que se llame Greenwich Meridian Mean Time (no es «hora del meridiano» sino «hora media»… lo que se aprende) o GMT para abreviar, no vayamos a tener que pronunciar cosas en inglés. Ha sido así desde 1884, aunque en realidad desde 1972 lo que usamos en la mayor parte de los países es la hora UTC (Coordinated Universal Time, pero alguien la debió jiñar al ordenar las letras del logo), ya que a algunos científicos tiquismiquis les parece más sencillo montar 400 relojes atómicos (y luego añadir un segundo al año, para cuadrarse con la hora de Greenwich) que preguntarle la hora a un inglés. Si hubiese sido un francés esto se habría propuesto mucho antes, claro, y de todas formas se sigue usando GMT como referencia mundial.
El caso es que es por eso que cuando se da la hora en plan serio se dice que Madrid está en GMT+2, Toronto en GMT-4 y demás ciudades que queráis citar, porque lo que se dice es «en Madrid es la hora de Grenwich más dos horas». Con la hora atómica lo que se haría es pasar del todo de Inglaterra, del meridiano de Greenwich y de la rotación de la Tierra para adoptar la referencia UTC sin hacer ese segundo de ajuste cada año. Dicen que para temas informáticos y tecnológicos no tiene sentido mantener «tiempos paralelos».
Los problemas que derivan de esta decisión son varios. Para empezar, nadie le dijo al planeta Tierra que completase su movimiento de traslación alrededor del Sol en múltiplos de la oscilación de un átomo de cesio (que es como funciona un reloj atómico), así que el tiempo no cuadra bien y si no se hace el ajuste de un segundo cada año la hora solar y la hora que usamos se iran descompensando poco a poco, hasta que dentro de 600 años 3600 años (no hagáis caso de la noticia sin echar la cuenta) haya que adelantar el reloj una hora. Que parece una tontería, pero con la que nos lió el efecto 2000 no quiero imaginar la que se puede liar en el futuro cuando alguien se acuerde de que hay que cambiar la hora y tenga que convencer a todo el planeta.
Para continuar, a los ingleses la idea no les mola nada. Como cada vez pintan menos en el mundo tienen el tema de la hora como algo muy gordo, en plan «somos el ombligo del tiempo». Además, cada año debe de haber un buen puñado de turistas visitando la placa conmemorativa en Greenwich… pero eso es porque no saben que en la A-2, por Zaragoza, hay también un monumento porque el meridiano en cuestión pasa por ahí, que si no ya tendríamos Los Monegros convertido en un parque de atracciones que te cagas.
Pero para terminar, no creo que hablar de la «hora atómica» en según que contexto internacional quede del todo bien. ¿Hay huevos a cruzarse con Ahmadinejad en la OTAN y preguntarle qué hora atómica es? ¿Sería de buen gusto decir que en Fukushima son las «hora atómica +9»?
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