No sé si os acordáis, justo antes de que llegase el año 2000 los gurús de la tecnología y otros tocapelotas nos estuvieron poniendo los pelos de punta con el temible efecto 2000, aquel cambio en el calendario que iba a dejar nuestros aparatos electrónicos para choped, cebándose con especial saña en los ordenadores viejunos que impedían a los vendedores de ordenadores más nuevos ganar un poco más de dinero. Fue un poco como el fin del mundo del calendario maya, pero más descarado y con menos misticismo.
El caso es que al final no pasó nada, y yo llevaba once años disfrutando de la tecnología seguro de que la próxima debacle digital no me iba a pillar… sobre todo ahora que tengo un Mac. Pero en uno de estos giros maestros de Apple, mi ordenador me regaló la semana pasada el pánico y los sudores fríos que podía haberme provocado el efecto 2000 en su momento: por razones insondables la fecha se configuró solita a 1 de enero de 2001 y, acto seguido, el ordenador me enseñó un mensaje para informarme de que, con esa fecha, los programas que tengo instalados no pueden funcionar. No es porque oliese a pirateo, sino porque si esa fecha era correcta los programas que estaba utilizando aún no existían.
Acostumbrado a los inescrutables caminos de la informática, reinicié el ordenador con la esperanza de que así se arreglase el problema. No funcionó, así que saqué la artillería: apagué el ordenador y lo volví a encender pasado un minuto. Pero se ve que los Mac son resistentes incluso a esta temible estrategia de hackeo, así que tuve que irme a la configuración de la fecha y cambiarla a mano, con lo que se solucionó todo el problema. ¿Lo más gracioso? El aviso del correo cuando lo arreglé.
Deja una respuesta