Hace un carajo, cuando cambiaron la hora, me hice la misma pregunta que me hago dos veces al año desde que era un patuco: ¿por qué narices la gente tiene tanto reloj? Y a lo largo de los años he llegado a una conclusión: no es que la gente tenga muchos relojes, es que todo lo que tiene la gente tiene reloj.
Vale que debe ser muy barato y muy fácil el añadir un reloj a cualquier cosa, pero más fácil y barato será no ponerlo. Además, en cuanto algo tiene reloj lo tienes que tener todo el santo día y la beata noche enchufado chupando energía, y eso aparte de costarte pasta es jorobar el planeta por la tontería de saber la hora cuando sacas un cubito de hielo del congelador. Sí, ya imagino que el reloj del microondas gasta muy poco, pero “piensa globalmente, actúa localmente”: imagínate todos los relojes de todos los microondas de una ciudad como Madrid. Ahora qué, ¿eh?
Y sí, todos sabemos que puedes desenchufar todas esas cosas, pero los fabricantes tienen un maquiavélico plan y hacen los relojes de sus electrodomésticos de forma que te jorobe tanto volver a ponerle la hora que ni lo haces. Ojo, y ni se te ocurra dejarlo sin la hora puesta, que entonces parpadean y tienen mil luces y dan por saco todo lo que pueden. Aparte de que tenemos que asumir que es un poco giliberza tener el reloj y no tenerlo en hora, la verdad.
Además, el ponerle reloj a las cosas es útil, pero llega un momento en que hay que parar. En casa (en Madrid) yo voy de mi cuarto al salón y paso por trece relojes. Trece. Menos mal que para nosotros los calcetines el número de la mala suerte es el 9+1. Corcho, que no tengo que coger el Metro para ir de una habitación a otra, que son 10 zancadas… que sale a más de un reloj por paso. Eso sí, en algún momento del trayecto se me hace una ruptura del espacio-tiempo, porque según el reloj número 1 y el reloj número 13 (correspondientes al ordenador de mi cuarto y el DVD del salón, respectivamente) el trayecto de 10 zancadas me lleva cinco minutos… y lo que es mejor, llego a mi cuarto cinco minutos antes de salir del salón. Que venga Hiro y lo vea (vaya segunda temporada de HEROES…:P)
Por si fuera poco vivir en semejante entorno, por la calle sólo falta que los árboles también te den la hora. Vale que desde tiempo inmemorial en la plaza del pueblo se pone un reloj, y las campanas de la iglesia pues te van diciendo qué hora es. Pero claro, ahora vas andando y ves los cuatro relojes que llevas tú (pulsera, móvil, mp3, cámara de fotos, probablemente la última versión de navaja suiza), los que hay en la calle tipo iglesia/edificios oficiales y los que hay hasta en la parada del autobús. ¿Alguien se ha parado a pensar cuántos relojes hay en la Puerta del Sol en Nochevieja?
Así que mires para donde mires, estás condenado a ver qué hora es. Seguramente se deba a la absurda necesidad del ser humano de controlar el tiempo, en vez de limitarse a verlo pasar. Y probablemente por eso estáis tan estresados, porque no paráis de ver relojes que os recuerdan que llegáis tarde (que manda huevos, tener reloj hasta en los champiñones y las cucharas de palo y ser incapaces de ser puntuales).
Pues bien, ya va siendo hora de que alguien os diga algo al respecto: dejad ya de ponerle reloj a todo. O al menos haceros un favor y sincronizadlos bien, leñe.
Deja una respuesta