La ciudad famosilla a la que más barato resulta ir desde La Haya es Utrecht. Es el tipo de cosas en las que te fijas cuando los planes salen mal, te dejan tirado a las nueve de la mañana en la estación y alguien dice “por mis huevos nos vamos a algún lado hoy”, y al menos en esta ocasión el resultado de la aventura salió bien. Quiero decir que Utrecht mola, e incluso que mola un montón.
Quizá por ser domingo, o porque ese domingo los holandeses en pleno decidieron dejar de existir, tanto La Haya como Utrecht estaban sumamente desiertas por la mañana, por la tarde y por la noche. En serio, que no había nadie en las calles salvo nosotros, y eso mola pero a la vez mosquea porque da la impresión de que todo el mundo sabe algo que tú no sabes y no puedes evitar visitar la ciudad con los ojos achinados y sospechando de todo.
Y si a eso le sumamos la arquitectura utrechtiana y el típico suelo de Disneylandia que encontramos por toda Holanda, pues Utrecht da toda la impresión de ser una ciudad de mentirijillas, un escenario para rodar una serie o una maqueta para hacerse una idea de cómo va a ser la ciudad buena cuando la hagan con ladrillos de verdad.
Además, está llena de restaurantillos con una pinta estupenda e irreal que tienen una terraza en los canales, lo que los hace aún más apetecibles. Aquí a la gente viajada del mundo le tengo que hacer un apunte: los canales en Holanda no son de aguas cristalinas, pero en absoluto desprenden un hedor semejante al de las aguas venecianas. Es decir, no parece recomendable darse un chapuzón pero no dan ganas de salir corriendo. Además, urbanísticamente están mucho mejor pensados y no te pierdes buscando puentes ni cosas de esas.
Por último, comentar algo de los parques. Utrecht pertenece al conjunto de ciudades mundiales no-españolas, con lo que es totalmente verde y tiene cuando menos un parque enorme donde los perros corretean alegremente, hay gente haciendo capoeira y hay hamacas para tomar el sol. Lo de las hamacas es para aprovechar el poco sol que se toma en este país, que tiene más querencia por la nube y el chubasco. En cualquier caso todo parece sacado de una postal, así que el parque con su puente y su canal no iba a ser menos. Detalle marca de la presencia española siglos atrás: las hamacas están atornilladas al suelo para que nadie se las lleve.
Sé que esta imagen calmadísima y aburridilla de Utrecht no pega con la idea de que es la ciudad universitaria en Holanda por excelencia, pero es lo que yo vi. Probablemente si te pasas por allí un sábado por la noche todo sea gente por la calle y fiesta y ruido y alcohol y orgías. O puede que realmente nos confundiésemos de parada y nos bajásemos en una ciudad de juguete. El caso es que Utrecht es una ciudad preciosa.
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