Durante esta semana aquí en La Haya hemos visto como los días iban pasando de fríos a malos y acababan siendo absolutamente horribles. Acostumbrados ya un poco a la climatología holandesa no nos ha preocupado mucho el ver que el día se despierta lloviendo, luego viene el sol, luego vuelve a llover, luego… bueno, era la primera vez pero no es tan raro que granice, ¿no?
En cualquier caso estábamos discutiendo lo malo de este clima tan cambiante, si se debe a que en todo el país no hay una puñetera montaña que haga de barrera y que por eso hace tanto viento (en realidad aquí lo malo no es el frío, sino el viento helado que se te lleva para hacerte cubitos) o si es simplemente que hace mal tiempo. Pero el viernes empezamos a recibir mensajes de España, que tuviésemos cuidado, preguntándonos si estábamos bien… y es que en la tierra patria estaban contando cosas como esta noticia de El País y esta otra de El Mundo.
Resulta que el tiempo que para nosotros supone una molestia para ir en bici al The Pub (el bar al que vamos los alumnos de intercambio) para Holanda supone un riesgo de inundación, muerte y no aparecer en los mapas que estudiarán nuestros descendientes en el colegio. Oficialmente estábamos en Alerta Roja: las peores previsiones decían que esto podía ser como en 1953 cuando murieron 1800 personas, y se han cerrado los diques por primera vez en treinta años. Incluso el puerto de Rotterdam estaba cerrado. Así que uno puede entender que las familias alcen una ceja y digan “mosquis” cuando leen estas cosas.
Personalmente, cuando vi que las madres de todos mis amigos empezaban a ponerse nerviosas y comunicar con sus retoños, mandé un e-mail a toda mi familia para que no se preocupasen del tema. Como ningún miembro de mi familia me ha llamado o siquiera contestado al e-mail (ya te vale, mamá), os voy a contar con qué argumentos los convencí de que estaba bien, porque a la vista está que deben ser muy buenos.
1) Yo vivo en una casa con vistas al canal, así que si empieza a salirse el agua lo veo en seguida. Si se sale mucho lo veo muy en seguida porque vivo en el segundo piso, pero el caso es que yo miro todos los días al canal y no he visto nada preocupante esta semana, contando con que ya me parece normal ver cisnes, patos y gaviotas, o barcos que obligan a levantar el puente. Claro que también he visto levantar el puente para que pase una barca de remos, pero eso debió de ser porque la barca era de gente importante o coleguitas del tío del puente.
2) Holanda lleva mucho, mucho, mucho tiempo temiéndose que algo de esto pase. De hecho al empezar el curso nos dijeron que entre las previsiones poco descabelladas estaba que en sesenta años La Haya no exista. Además, después de lo de 1953 tienen el “Plan Delta” (http://en.wikipedia.org/wiki/Delta_Works) para no mojarse el culito, nunca mejor dicho, así que podemos decir que el país está preparado. Este plan consiste en una serie de construcciones y diques, entre los que destaca el OOSTERSCHELDEKERING, el más complejo y considerado una de las siete maravillas del mundo moderno.
3) Otra cosa que no tardaron mucho en contarnos es que está calculado que si, por algún casual y mucha mala pata, el agua viene dispuesta a tragarse el país, hay que subirse al menos a la cuarta planta de un edificio. Eso significa que en este mismo momento yo estoy bajo el nivel del mar, y que tengo que subir dos plantas antes de que el mar recorra la distancia que hay desde los diques hasta mi casa. Eso sí, al menos mi edificio tiene veinte plantas y me basta con correr escaleras arriba, que muchos de mis amigos lo primero que tienen que hacer es averiguar el edificio alto más cercano a casa y correr con la bici más que el agua.
4) La universidad cuida de nosotros, y en esto no es una excepción.
Esas letras enormes en la fachada de la facultad indican la altura a la que hay que subirse cuando venga el marrón (el agua que arrasa continentes pasa de azul a marrón en los primeros metros, es un hecho). Lo que no termino de entender es la gracia de ponerte una señal justo debajo de la de seguridad con el “(…) give or take”, que viene a ser algo así como “puede que sí, puede que no”. ¿Eso a qué viene? ¿Para los vagos que quieren ahorrarse quince escalones? ¿Para los chulos? ¿O, la opción más probable, para que los españoles hagan apuestas estúpidas del tipo “a que no hay huevos a quedarse en esa línea mientras viene la ola”?
5) Para estas posibles crisis están las embajadas de nuestros respectivos países, con lo que contamos con la ayuda necesaria para que nos pongan un helicóptero o el equivalente de los veinte duros que tenga nuestro ejército para rescatarnos. Por este motivo la semana que viene iremos a registrarnos al consulado (cosa que deberíamos haber hecho al llegar al país), que por lo que sabemos esta vez no nos tenían sitio reservado.
En cualquier caso, eso era ayer. Hoy el puerto de Rotterdam vuelve a estar abierto (de hecho algunos están ahora mismo de excursión allí…), hace el mismo frío y llueve igual. Pero tranquilos, que yo sigo mirando al canal cada poco.
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