Antes de ser dos personajes del mundo del cine muy conocidos y reconocidos, Robert Rodríguez y Quentin Tarantino ya eran muy colegas, de esos que quedan para tomar cañas y contarse sus historias. Uno de esos días de cañas quedaron para hacer una peli juntos, que dirigiría Robert y escribiría Quentin, que además tendría un papel medio protagonista. Y en mi opinión así nacía la idea de rodar “Abierto hasta el amanecer”, peli que seguro que has visto ochenta millones de veces.
La cosa está en que Quentin empezó con el guión muy en su línea, y la primera hora de película es una road movie genial sobre dos hermanos (George Clooney y el propio Tarantino) que huyen de la policía. Obviamente, como es de Tarantino, por el camino aprovechan para robar, matar y violar. Y tiene ese sentido del humor y ese estilo tan de Quentin que a mí, personalmente, me encanta. Además, entre Robert y Quentin decidieron ponerle a Clooney un tatuaje super chungo en el cuello.
Pero Robert quería algo más de su estilo, y tuvo la idea de meter vampiros. Quentin le decía “que no macho, que no voy a meter vampiros que esto va de atracadores de bancos muy chungos, ¿no ves el tatuaje superchungo del hermano mayor?”. Pero Robert insistía e insistía, pese a que Quentin seguía con su peli y metía a un predicador que ha perdido la fe (Harvey Keitel) y tiene dos hijos y son secuestrados por los dos hermanos para llegar a la frontera.
El problema es que Quentin es muy colega de sus colegas, y Robert estaba venga a invitarle a cañas mientras escribían la peli y todos los días le soltaba la matraca de los vampiros: “venga tío, que mola un huevo, ahí, vampiros por todas partes”. Y al final dijo algo así como “mira que no mola, que el pivón ese que bailaba con la pitón albina (Shalma Hayek) de repente se haga vampiro y muerda a tu personaje”. Y Quentin, que ya llevaba muchas cañas, se dejó llevar.
Por eso la película tiene una parte muy de Tarantino (violencia y humor típico de sus pelis) y una parte de vampiros que, por narices, tienes que tomarte a coña. Así disfrutas de las armas (una pistola fálica, una cruz hecha con una escopeta y un bate de béisbol, condones llenos de agua bendita) y los diálogos, porque aunque Robert le convenció para hacer una peli de vampiros Quentin no perdió su sentido del humor.
Si te gusta Tarantino y te apetece reírte un rato ésta es tu peli. O, mejor dicho, éstas son tus dos películas en el metraje de una (hora y media, muy adecuado).
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