Parece que el tema de los programas estos da para mucho, así que aquí está su segunda parte: la temática legal. Si te perdiste la primera pincha en el Vol.1 y la encontrarás. Espero que luego no digáis aquello de “segundas partes nunca fueron buenas”, porque si lo decís alegaré que esto es parte del mismo artículo y que lo dividí en dos por comodidad, pero que lo pego en un minuto en el otro lado si hace falta. Y antes de empezar: seguí intentándolo y al final el AresRegular v. 2.0.6.3027 va muy bien, y te sirve para los BitTorrent, podéis descargarlo aquí. Edito esto una vez más: para el Windows XP ese va muy bien, pero aparte de que encontrarlo cuesta un montón en el Windows Vista el que va bien sí es el 2.09, que os lo dejo aquí mismo.
Lo primero que me parece importante destacar en cuanto a la legalidad de las descargas es que cuando bajamos cosas de a través de nuestros queridos programas “P2P” no tenemos la sensación de estar robando. Es curioso, porque si nos lo preguntan contestaremos “bueno, si, un poco” igual que hacemos cuando nos preguntan en los recreativos con la media en la cabeza y la pata de una silla en la mano a modo de arma mortal mientras nuestro amigo revienta la máquina de dar cambio. Con todo esto quiero decir que sabemos que estamos robando pero que no somos muy conscientes de ello si no nos ponemos la media en la cabeza o tenemos que salir corriendo antes de que llegue la policía.
Aunque hay que decir que una pequeña sensación de ser unos sucios ladrones sí tenemos, porque nos inventamos excusas. En realidad, lo que realmente diferencia al hombre de los demás animales es la capacidad de inventarse excusas. He visto a perros andar a dos patas, pero no he oído a ninguno decir “no, no es que me haya meado en casa, es que he visto que el parquet se estaba secando” o “no, ha venido un mapache corriendo y luego se ha ido”. Entre las excusas típicas cabe destacar: es un CD que no quiero tanto como para comprarlo (pero sí para robarlo), no voy a pagar todo el CD si sólo quiero una canción, el CD les cuesta 2 céntimos y me cobran 1600 por él (lo que supone una ganancia del muchísimos por cien y no hay derecho), el artista casi no ve un duro y se enriquecen las productoras…
Igual que el que empieza a robar, uno empieza a descargar por etapas: primero una barra de pan para comer, luego un poco de mortadela para rellenar el pan, luego alguna mostaza para darle sabor y acabas yéndote del Ritz sin pagar la langosta con caviar. Y las excusas van siguiendo el mismo proceso «lógico». Al principio te agarras al ideal de Robin Hood: yo sólo robo a los que ya tienen tanta pasta que les da igual, y hasta me jode que se quejen de que les robo mientras viven en Miami forrados de pasta. Y todos sabemos que Robin Hood era un ladrón pero más bueno que el pan, que no sólo repartía el dinero a los pobres sino que acabó devolviendo todo un país a su legítimo dueño, así que si me dices algo a mí por descargarme una canción de Shakira dile algo también a Robin si te atreves.
La siguiente etapa es decirte que muchas de las cosas que descargas no te interesarían un pelo de tener que pagarlas, con lo que realmente no le causas ninguna pérdida a nadie. Es decir, yo jamás me compraría nada que tuviese que ver con Almodóvar y Macnamara, así que monetariamente a ellos les debería dar igual que yo no se lo comprase o que lo descargase. E incluso podríamos decir que es una forma de promoción inmejorable, que se ahorran una pasta en publicidad y eso compensa lo que puedan perder. Esta excusa sólo te vale si cuando tus grupos favoritos sacan un disco sí que te lo compras, que es lo que intento hacer yo. También puedes añadir que a día de hoy, con el dinero que hay en tu bolsillo, a 15 euros el disco y 20 la entrada del concierto tienes que escoger, y está muy claro que no puedes ir al concierto sin saberte las canciones (ojo, sólo vale si vas a los conciertos).
Pero llega un momento en que eres consciente de que no cuela, de que necesitas algo más contundente. Para empezar rebuscas en las leyes de derechos de autor cualquier resquicio que te valga y lo encuentras: es perfectamente legal grabar cosas de la tele o de la radio, siempre que sea para uso personal y sin ánimo de lucro. Y el planteamiento es bueno, pero tiene ciertas lagunillas como el hecho de que no te esperas a bajar las pelis a que las echen por la tele, o que no estás atento a que en la radio pongan las doce canciones del disco. Y remarco lo del “sin ánimo de lucro” por si has empezado ya a esclavizar inmigrantes para ponerles con mantas en la calle a vender lo que grabas de la tele y la radio.
De todas formas, a la hora de limpiar nuestras conciencias en España contamos con la inestimable ayuda de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores), que aparte de unirnos a todos los ciudadanos en la idea de que son unos chorizos y unos malnacidos, llegan incluso a darnos excusas, más allá de su propia choricez y malnacimiento. Desde hace un tiempo, te cobran un canon en cualquier objeto de memoria digital (CD, DVD, disco duro, PenDrive, reproductores MP3…), en base a que cabe la opción de que lo uses para piratear y así ellos sacan algo de dinero de tu pirateo y los artistas no sufren tanto las consecuencias. Contrasta con la industria del porno, que sufre más pirateo que nadie y ahí está, aguantando sin quejarse por la injusticia.
Pues bien, para empezar a mí personalmente me sienta mal que me digan que soy un ladrón cuando luego uso la mayor parte de los CD’s para llevar a clase trabajos. Pero por otra parte, si ya me hacen pagar por lo que voy a robar ¿no se convierte en algo “permitido”? Quiero decir: o bien lo consideramos un pago que te hago por lo que voy a “adquirir” vía pirateo, en cuyo caso el pirateo es legal; o bien lo consideramos una multa, por lo que si ya pago mi “deuda con la sociedad” puedo piratear. Y si la SGAE dice que no a ambas teorías, entonces nos queda que la SGAE es una mafia de nivel acojonante que te cobra para dejarte robar y todo ello con el beneplácito del Estado. Vamos, que los Corleone maldicen el día en que escogieron quedarse con el juego y no con esto.
Y para terminar, entraré en lo moral. Lo cierto es que vivimos en una sociedad que cada vez consume más “audiovisual”, y no somos capaces de pagar por todo lo que consumimos. El caso es que, como hace poco dijo el director de Gritos en el Pasillo, no creo que vaya a convenceros de que no pirateéis, pero puede que sí os convenza de que, si lo que bajáis realmente os gusta, luego compréis el original para que los autores puedan seguir haciendo cosas que os gustan.
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